Por Lemay Padrón Oliveros
De niñas, prácticamente no existe
mujer que no sueñe con ser una princesa, y ese anhelo forma parte de casi todos
los juegos infantiles en los que participa.
Posteriormente los golpes de la vida la van poniendo en lugar, pero a
veces se dan historias que se acercan a lo que hubiera sido reinar al menos por
un día, y eso lo vivió la tenista checa Karolina Pliskova el pasado fin de
semana.
Suplente de
lujo al ocupar el undécimo escalón en el listado universal, Pliskova no pensó
que sería tan decisiva en la final de la Copa Federación ante la potente Rusia.
Sin
experiencia en años anteriores, la nacida en Louny, una pequeña población de
menos de 20 mil habitantes perteneciente a la región de Ústí nad Labem, vivía a la sombra de la experimentada Lucie Safarova,
protagonista en las tres coronaciones de República Checa en los cuatro años
anteriores.
No obstante,
quiso el destino que Safarova, novena del ranking mundial, arrastrara problemas
en su muñeca desde el Abierto de Estados Unidos y por eso fue reservada para
jugar solamente los dobles, aunque tampoco pudo finalmente salir a la cancha en
el decisivo enfrentamiento por parejas.
Las cosas no
empezaron bien para Pliskova, pues perdió el sábado en su debut contra Maria
Sharapova, quien había dejado la eliminatoria 2-1 a favor de Rusia tras
imponerse a la primera raqueta checa Petra Kvitova, sexta en el escalafón
planetario.
Sin embargo, una jornada más tarde la jugadora de 23 años se hizo
gigante en el principal certamen por naciones del deporte blanco para damas al
sumar los dos puntos que permitieron a su país conservar el cetro tras vencer
en individuales y en dobles.
Primero se impuso 6-3 y 6-4 a Anastasia Pavlyuchenkova, y apenas unos
minutos más tarde formó pareja junto a Barbora Strycova, para derrotar a
Pavlyuchenkova y Elena Vesnina por 4-6, 6-3 y 6-2.
Tras perder en esa primera manga ante el dueto ruso, que se conoce desde
2010 y es habitual en la Copa Federación, parecía que al fin Rusia levantaba su
primer trofeo desde 2008, con Sharapova en plan de estrella en su primera
final.
Pero de ahí en adelante levantaron las anfitrionas, permeadas con el
ímpetu de la novata Pliskova, y las rusas fueron a remolque, incapaces de
descifrar los potentes remates que venían de la cancha contraria.
UNA TEMPORADA AGOTADORA
Pliskova
no llegaba en su mejor momento anímico tras perder en Zhuhai, pero su talento
incontestable se vio premiado ante los 13 mil aficionados reunidos en la Arena
O2 de Praga, como colofón a una temporada de una intensidad casi sobrehumana.
Prácticamente sin descanso desde enero hasta
ahora, la rubia de ojos azules solamente fue capaz de alzar el título en el
Abierto de Praga,
pero llegó a otras cuatro finales del circuito, en diferentes superficies, y
aprovechó la Copa Fed para ganar experiencia.
Al menos así pensaba la chica cuando dio el
sí en cuartos de
final y ganó par de veces ante Canadá, pero lo ocurrido en la final ni ella
misma lo esperaba.
“No tengo palabras, es algo increíble”, repetía la Pliskova luego de su
sorprendente actuación dominical, tras desear algo similar también en
individuales para la próxima temporada, cuando será mucho más seguida.
La República
Checa mantuvo así su buena racha como local en Copa Federación, pues no pierde
una eliminatoria en su territorio desde 2009 y ha ganado cuatro títulos de los
últimos cinco disputados (2011, 2012, 2014 y 2015).
Como
curiosidad, por
primera vez en la historia del torneo, todo el equipo de árbitros estuvo
formado exclusivamente por mujeres, con la británica Clare Wood a la cabeza,
asistida por compañeras de Inglaterra, Suecia y Serbia.