Sé que muchos aficionados piden a gritos hace rato un gran resultado del fútbol cubano, en cualquier categoría, y no acaba de darse.
Una nueva
oportunidad se vivió en el torneo preolímpico de la Concacaf que seguirá
todavía hasta el fin de semana, pero terminó para Cuba al empatar este martes
2-2 con Canadá y finalizar último de su grupo.
Sin
embargo, una vez más el plantel caribeño dejó buenas sensaciones, otra señal de
que el talento está ahí, y no se puede seguir desperdiciando. Salvo el
encuentro con Estados Unidos, al que lógicamente no se le puso todo para evitar
un desgaste innecesario ante el rival más fuerte de la llave y candidato incluso
al título, los otros dos duelos se pudieron haber ganado.
En el
debut contra Panamá estuvimos en ventaja, por una carambola, pero ventaja al
fin, y contaba igual en el marcador. No obstante, la dirección técnica apostó
por echarse atrás demasiado temprano para resguardar el resultado y eso costó
el empate, y casi seguramente hasta la clasificación a la segunda fase, porque
con ese resultado ya era evidente que solamente un triunfo en la última fecha
nos podría mantener con vida, y eso es bastante presión sobre los jugadores.
De ese
primer desafío hay que recordar también que llegamos a tener ventaja numérica,
y ni aún así pudimos sacar adelante el partido.
El
encuentro ante los anfitriones, ya lo decía, con los pies sobre la tierra era
mejor no asumirlo con demasiada esperanza ante el rival más inaccesible para
Cuba en la región, para guardar fuerzas a la espera de los canadienses.
Esta vez
el planteo táctico me pareció más adecuado, aunque no había otra cosa que salir
al ataque debido a la urgencia de puntos, pero desgraciadamente se concedieron
los tantos en contra de manera infantil, como muchas veces les ha ocurrido a
otras formaciones cubanas en disímiles torneos. Todo el tiempo los muchachos
dieron la cara, pero esos errores puntuales dieron al traste con lo que hubiera
maquillado perfectamente una actuación empañada nuevamente por las deserciones.
Hasta
antes de ese encuentro ya eran seis, y de ellos dos eran titulares y otro era
recambio habitual, lo que hizo a los estrategas cambiar los esquemas tácticos
en medio de la competencia. Para colmo, ya a la altura de ese último desafío
Cuba tenía 14 elementos solamente (las reglas del torneo establecían nóminas de
20 integrantes), y como la matemática más elemental indica, esto deja solamente
tres suplentes. Pero todo no acaba ahí, de los suplentes, dos eran porteros y
según el reglamento no podían actuar como jugadores de campo, por lo que Cuba
enfrentó a Canadá con la posibilidad de hacer un solo cambio.
Todos
estos elementos deben tomarse en cuenta para evaluar lo hecho por la mejor
generación de futbolistas cubanos en mucho tiempo, que merecía al menos llegar
a semifinales. Pero como dice el dicho, lo que pudo ser y no fue…
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