Por
Lemay Padrón Oliveros
Malos
augurios llevaba el equipo cubano en el Premier 12. Las victorias, más
angustiosas no podían ser (todas por una carrera, y el colmo fue vencer agónicamente
a Italia 2x1), y las derrotas, bastante amplias (la más cerrada por tres
carreras).
El
corrido de bases estuvo entre lo peor de Cuba, con pifias en todos los
desafíos, incluyendo el último, de vida y muerte contra Surcorea, cuando un
corredor lento como Osvaldo Vázquez se mandó para tercera perdiendo por cinco
carreras, y malogró lo que hubiera sido una mejor entrada para la tanda
caribeña.
También
salieron a relucir las incongruencias en el manejo del pitcheo. Primero, el no
abrir con un zurdo ante Canadá, y luego la sobreexplotación de Liván Moinelo,
criticado desde el día inicial por haber sido dejado hasta el cansancio. Con 13
pitchers en el staff, no había necesidad de que el pinareño lanzara 120 envíos
en aquel duelo.
Se
acabó el Premier para Cuba, y Yoalkis Cruz y Jonder Martínez no fueron
utilizados sino hasta esta segunda fase, con Cuba debajo por tres carreras. Si
no era para abrir este choque, no sé para qué los guardaron, porque en malas
condiciones no debieron estar cuando fueron llevados en la nómina.
El
peor momento de Cuba en cuanto a dirección fue contra Taipei, en esos dos
últimos episodios donde nada salió bien, ni la defensa (pasar de nuevo al
segundo para enfrentar el mejor bateador taipeiano), ni el pitcheo (quitar a
José Ángel para traer a Danny Betancourt en vez de a un zurdo), ni la ofensiva
(traer a un hombre de fuerza antes de tiempo), en buena medida por esas erradas
decisiones, o porque se trastocaron las señas (robo de base de Alarcón).
La
pelota es impredecible, si no que se lo digan a México, que armó una banda a
última hora, sin entrenamiento previo, y se coló entre los cuatro grandes; pero
cuando las cosas no se hacen bien, es muy difícil llevarse las victorias,
incluso sufriendo, como fue el caso.
No es
que toda la culpa sea del cuerpo de dirección, pero este equipo tenía para más,
y si se corre mal o se maneja erradamente el cuerpo de lanzadores, todo se pone
cuesta arriba cuando la ofensiva, una vez más, deja que desear.
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