Tres intentos debió hacer la ciudad canadiense de Winnipeg para albergar unos Juegos Panamericanos. Primero fue para la cita de 1959, que no pudo obtener por delante de Chicago, reemplazante de última hora por Cleveland, y luego perdió frente a Sao Paulo la sede para 1963.
No obstante, la capital de la provincia canadiense de Manitoba finalmente se llevó el gato al agua para la cita continental de 1967, y más de 30 años después volvería a organizarla en 1999, pero esa es otra historia.
Del 23 de julio al 6 de agosto de 1967 se reunieron en Winnipeg dos mil 418 atletas de 29 países, los cuales compitieron en 21 deportes, entre ellos el debut del judo y el hockey sobre césped masculino, además de que la natación creció en más de 10 modalidades.
Entre las principales novedades de estos V Juegos estuvo la pista de atletismo, construida de un material sintético, denominado Tartán, toda una novedad para la época.
Además, las pruebas atléticas y de natación contaron con cronometraje electrónico en centésimas, incluido el todavía utilizado foto finish.
La cita se distinguió también por la participación de las mujeres en los papeles de árbitros y funcionarias, además de la cifra de unos nueve mil voluntarios, la más elevada hasta ese momento, mientras que como países debutaron Belice y Bolivia.
El medallero general ratificó a Estados Unidos como la principal potencia del continente, al conquistar 128 títulos, 69 subtítulos y 47 terceros puestos, seguido por Canadá (17-39-50), Brasil (11-10-5), Argentina (8-14-12), México (7-16-25) y Cuba (7-16-24).
La Perla del Caribe debería esperar otros cuatro años para convertirse en la segunda potencia de la región.
PILAR ROLDÁN, MARK SPITZ, Y COMPAÑÍA
Primera medallista olímpica latinoamericana. |
Roldán llegaba con el aval de haber ganado su especialidad en Chicago-1959, y varias lides importantes en los circuitos de Europa, además de poseer la experiencia de participar en las Olimpiadas de Melbourne-1956 y Roma-1960.
Esta esgrimista de padres tenistas ganó el certamen continental canadiense con cuatro triunfos y una derrota, y se mantuvo activa casi hasta los 50 años, pues en 1988 se impuso en torneos regionales en su país natal y en Brasil.
No obstante, el máximo ganador de los Juegos fue el nadador estadounidense Mark Spitz, al llevarse cinco preseas doradas. Spitz, quien hasta Beijing-2008 poseyó el récord de más títulos conseguidos en unos Juegos Olímpicos, dominó aquí las pruebas de 100 y 200 metros mariposa, ambas con récord mundial, junto a las postas 4x100 libre; 4x200 libre, y 4x100 combinado.
Tenía solamente 17 años y se llenó de ínfulas, por lo que predijo que ganaría seis oros estivales en México-1968, cuando solamente ganó dos, pero en Munich-1972 sí rompió todos los pronósticos al conquistar siete primeros puestos, todos con plusmarcas planetarias.
Entre las damas otra norteña de 17 abriles fue la máxima ganadora, Claudia Kolb, quien dominó las especialidades de 200 mariposa, 200 y 400 combinado y la posta 4x100 combinada, con récords mundiales en las tres últimas pruebas.
En total, en las piscinas se impusieron 14 registros del orbe y 28 panamericanos (15 masculinos y 13 femeninos), y Estados Unidos se agenció 24 de las 29 modalidades entre los dos sexos.
El pechista brasileño José Silvio Filho rompió el predominio norteño al dominar los 100 y 200 de su modalidad, y los restantes tronos quedaron en poder de la nación sede.
Sobre las pistas se destacó el velocista estadounidense Lee Evans, quien igualó la cota planetaria en 400 metros (44.9 segundos), que rompió al año siguiente en México-1968 (43.86), marca vigente por cerca de 20 años. En Winnipeg compitieron varios de los norteamericanos estrellas estivales del año siguiente: Wyomia Tyus, John Carlos, Earol McCulloug y Willie Davenport, entre otros, además del sorprendente Bob Beamon, quien una vez más fue superado por el más técnico Ralph Boston.
Cuba fue el único país latinoamericano capaz de ganar oro en este deporte, gracias a la balista Irene Martínez y la posta 4x100 femenina, integrada por Miguelina Cobián, Marcia Garbey, Violeta Quesada y Cristina Echavarría.
La mayor de las Antillas comenzó aquí también su predominio en el boxeo, al imponerse en tres de las 10 finales, de las cuales siete quedaron en púgiles de Latinoamérica y el Caribe.
Enrique Regüeiferos (60 kilogramos), Andrés Molina (67) y Rolando Garbey (71) pusieron los oros de Cuba, Miguel García (57) y Jorge Víctor Ahumada (75) triunfaron por Argentina, Francisco "Morochito" Rodríguez (51) por Venezuela, y Juvencio Martínez (57) por México.
El velódromo tuvo una estrella naciente en el venezolano Martín Emilio "Cochise" Rodríguez, ganador de los cuatro mil metros persecución individual, especialidad que lo convertiría en campeón y recordman mundial, además de titular olímpico.
Por su parte, el tenis dejó al brasileño Thomas Koch como máximo ganador, al imponerse en singles y en el doble masculino, y su país brilló también en las competiciones de vela.
En tanto, el levantamiento de pesas siguió en poder de la nación de las barras y las estrellas, cuya barrida fue evitada por el puertorriqueño Fernando Báez (56 kg) y el cubano Pastor Rodríguez (67).
Asimismo, la pista de remo puso en la palestra pública al futuro medallista olímpico argentino Alberto Demiddi, quien obtuvo el oro con el bote un par de remos cortos, como presagio de sus dos coronaciones cuatro años más tarde en Cali-1971, cuando también estuvo en el ocho con timonel.
Argentina ganó en el debut del hockey, con una histórica final ante Trinidad y Tobago, que nunca más ha regresado al podio.
En los otras modalidades colectivas, México se llevó el fútbol, Brasil el baloncesto femenino y Estados Unidos las restantes, incluyendo el béisbol en un play off final ante Cuba, que había dominado la fase clasificatoria.
Argentina encabezó el ciclismo, y los estadounidenses primaron en esgrima, judo, pesas, gimnasia, remo, tiro, tenis, clavados y lucha, estos dos últimos deportes sin ceder coronas.