De nuevo Leinier Domínguez fue el mejor cubano en una Copa Mundial de ajedrez, al avanzar hasta la tercera ronda, donde sobrevivían los 32 mejores trebejistas del certamen.
Lógicamente, si es el mejor de Iberoamérica, debe
también encabezar la actuación cubana, esta vez con similar resultado al del
peruano Julio Granda si extendemos las fronteras a América Latina, aunque el
suramericano estuvo mejor en los duelos bilaterales.
Si bien Leinier llegó a la misma instancia, fue después
de sudar bastante, sobre todo en su debut contra el argentino Federico Pérez,
a quien le sacaba dos mil puntos de Elo.
Pérez venció en al primer duelo y obligó al ídolo de
Güines a poner el extra en el segundo, toda una obra maestra de paciencia
porque el caribeño aparentemente no podía aspirar a mucho más que tablas en ese
final de dos peones, alfil y torre suyos contra tres peones y torre de su
contrario. Sin embargo, como quien juega al gato y al ratón, se mantuvo al
acoso hasta que el argentino se equivocó después de la movida 110, y entonces
logró equilibrar el match y sobrevivir hasta las partidas rápidas, donde impuso
su calidad.
Luego no necesitó desempates para deshacerse del armenio Hrant Melkumyan, pero sí ante el inglés Michael Adams, que lo eliminó en el tercer desempate (a cinco minutos), mientras que Granda no llegó a esas definiciones en ninguno de sus tres cotejos, porque sojuzgó a los contrarios más débiles antes de ceder contra el polaco Radoslaw Wojtaszek, 18 del planeta.
Los otros cubanos cedieron más temprano, pero ninguno era
favorito en sus duelos, salvo Lázaro Bruzón en su debut contra el indio Vidit
Santosh Gujrathi, pero incluso él debió acudir a los desempates.
En mi opinión merece mayor reconocimiento Yuniesky Quesada,
que plantó cara al ruso Ernesto Inarkiev, muy por encima de él en el listado
planetario.
Seguimos exhibiendo como bandera aquel resultado de Leinier
en Trípoli-2004, pero hay que decir que en esta ocasión solamente faltaron a la
cita los dos últimos contendientes por el trono planetario, el noruego Magnus
Carlsen y el indio Viswanathan Anand. Con esa cantidad de grandes jugadores,
era muy difícil acceder a escaños superiores, aunque siempre soñamos con más.
Luego no necesitó desempates para deshacerse del armenio Hrant Melkumyan, pero sí ante el inglés Michael Adams, que lo eliminó en el tercer desempate (a cinco minutos), mientras que Granda no llegó a esas definiciones en ninguno de sus tres cotejos, porque sojuzgó a los contrarios más débiles antes de ceder contra el polaco Radoslaw Wojtaszek, 18 del planeta.