Por
Lemay Padrón Oliveros
Decir miembro de la realeza es sinónimo de tenerlo todo en la vida, de
anhelar el arcoiris y tenerlo a sus pies en menos de lo que canta un
gallo.
Sin embargo, para
Nasser Al-Attiya, primo del actual
emir de
Catar, debieron transcurrir cinco
Juegos Olímpicos para que se
le diera uno de sus "caprichos": obtener una presea en citas estivales.
Para eso se alejó de las comodidades inherentes a su rango y le dedicó
miles de horas a los entrenamientos en vez de regodearse en las
comodidades de una familia que manda en el país del petróleo y del gas.
Bien cerca estuvo en
Atenas-2004, cuando perdió en el desempate de la
prueba de skeet ante el cubano
Juan Miguel Rodríguez en la batalla por
el metal bronceado. Antes vivió las experiencias de
Atlanta-1996 y
Sydney-2000, y después la de
Beijing-2008, pero fue en
Londres-2012
cuando le llegó el momento de gloria, al hacerse finalmente con el
bronce de su modalidad.
De nuevo necesitó el desempate, esta
vez contra el ruso
Valeriy Shomin, tras igualar a 144 puntos en las
fases clasificatoria y final, pero esta vez los nervios no le fallaron.
Así conquistó el escopetero de 41 años apenas la tercera medalla para
Catar en los anales de los
Juegos Olímpicos y primera en tiro
deportivo, pues las otras dos se lograron en atletismo y pesas.
Con él continúa la tradición de personas relacionadas con casas reales
que consiguieron competir con éxito en los
Juegos Olímpicos, pero hasta
ahora nadie lo había hecho en tiro, pues generalmente se concentraban
en la vela y la equitación.
POLIFACÉTICO DEPORTISTA
Pese
a sus varios intentos en justas bajo los cinco aros,
Al-Attiya era más
famoso por su afición al volante en las competiciones de rally, gracias
al título en la
París-Dakar de 2011.
Luego del fracaso en
Atenas la decepción fue tal que comenzó a subirse en autos todoterreno,
correr a más de 100 kilómetros por hora, manejar por peligrosas dunas y
vivir la aventura máxima en suelos desérticos.
Es difícil
imaginar dos deportes más diferentes entre sí que el automovilismo y el
tiro, pero según el catarí solamente hace falta ser una buena persona.
Si el mundo de los coches implica velocidad, adrenalina, polvo
constante y mucho ruido, el tiro es una actividad que exige
concentración total y el silencio es obligatorio.
Para competir
en
Londres el dinámico atleta debió abandonar en enero el rally de este
año, cuando disputaba la novena etapa en el desierto chileno, y rompió
el contrato como corredor para poder entrenar mejor en tiro.
No
es fácil porque al hacerlo tienes que pagar mucho dinero, pero eso no
significa nada para mí y para mi país ahora que he conseguido esta
medalla. Además, creo que ahora conseguiré contratos mejores, señaló.
Un día después de dejar el rally tras recibir un mensaje de texto en
Chile, aterrizaba en su país natal, competía a último momento en los
campeonatos de tiro de Asia y conseguía la clasificación para Londres.
Pero este moreno afable de mirada color café, con modales educados y
sonrisa permanente ha estado muy por encima de sus resultados siempre
gracias a su solidaridad y a su entrega con los aficionados.
En
el último
Dakar donó 100 mil dólares a la fundación 'Un techo para mi
país', y un año antes observó a un aficionado chileno con la bandera de
Catar y le premió con un viaje con todos los gastos pagados a su país;
como hacen los príncipes de las leyendas.
Con el impulso de
esta presea,
Al-Attiya dijo que quiere llegar a los siete certámenes
estivales para marcar un récord. Si sigo entero, como dice el
hiperactivo personaje.
"Hace 20 años soñé que ganaba un rally y
lo hice. Hace 20 años soñé que ganaba una medalla olímpica y lo he
hecho. Así que estoy feliz, comentó en la conferencia de prensa, donde
fue más asediado que el ganador de la prueba."
Así que ahora
al título nobiliario, la fortuna familiar, la nómina extraoficial de
sus conquistas amorosas y su participación en el
Comité Olímpico de su
país,
Al-Attiya ha agregado una presea olímpica. Nada, que tenemos a
todo un dandy moderno.