Una chica de apenas 14 años de edad finaliza su rutina en las barras asimétricas. El jurado delibera por unos segundos y entonces aparece por primera vez en la historia de los Juegos Olímpicos la puntuación perfecta: 10.0 puntos.
La pequeña gimnasta rumana Nadia Comaneci
fue sin dudas la figura de los Juegos, pues además de convertirse en la primera
en merecer la puntuación perfecta de los jueces en un torneo gimnástico, repitió
el hecho siete veces.
En Montreal alcanzó cinco medallas, tres de
oro (en acumulado individual, barra de equilibrios y barras asimétricas), plata
por equipos y una de bronce en ejercicios de suelo.
Cuando las autoridades canadienses
solicitaron para Montreal la sede de los XXI Juegos Olímpicos, prometieron que
su costo sería mucho menor al de Munich-1972, pero prevalecieron las ansias de
majestuosidad y la cita resultó la más cara y lujosa hasta ese momento.
Se dice que la nación asumió un déficit de
mil millones de dólares como resultado del despilfarro, entre ellos el
innecesario gasto en el encendido de la llama, transformada en una serie de
impulsos eléctricos codificados y transmitidos vía satélite hasta Ottawa.
Con el objetivo de evitar una acción como la
ocurrida en Munich, las autoridades canadienses tomaron medidas de seguridad
masivas y casi atemorizantes, entre ellas, el empleo de más de 16 mil guardias.
No obstante, al parecer resultó
insuficiente, como lo demostró un miembro de la propia delegación anfitriona al
introducir a un amigo en la
Villa, considerada una fortaleza, quien hasta ser descubierto
disfrutó gratuitamente de las condiciones existentes.
Para evitar conflictos entre la población
francófona y la angloparlante, en la inauguración la Reina de Inglaterra
pronunció el ritual en los dos idiomas.
El pebetero lo encendieron en vez de un sólo
atleta, como era habitual, dos, uno en representación de cada lengua: Sandra
Henderson y Stephane Prefontaine.
La justa vivió además el primer boicot
político de la historia olímpica, pues poco antes de comenzar la Organización de la Unidad Africana
exigió al Comité Olímpico Internacional (COI) la exclusión de Nueva Zelanda de
la competencia.
Un equipo neocelandés de rugby realizaba una
gira por la Suráfrica
del apartheid, sobre la que pesaba una sanción, y por eso las naciones del
Continente Negro pidieron su exclusión de Montreal.
Al negarse el COI, 30 naciones entre africanas
y árabes anunciaron su inasistencia a la reunión deportiva estival, ausencias que
produjeron en la práctica unas 441 bajas, de ellas 173 en atletismo y 90 en
boxeo.
CUBA
LLAMA LA ATENCIÓN
Por
Latinoamérica y el Caribe sobresalió un pequeño país, Cuba, que se irguió entre
los grandes, para ubicarse en el puesto 11 con 13 medallas, de ellas seis de
oro, cuatro de plata y tres de bronce.
Un hecho inédito lo protagonizó el cubano
Alberto Juantorena, cuando se convirtió en el primer competidor olímpico en
obtener el máximo galardón en las distancias de 400 y 800 metros planos.
Juantorena implantó récord mundial y olímpico
en las dos vueltas al óvalo -su primera aparición internacional en esa
distancia-, y luego añadió el oro en los 400, pese a obtener un discreto tercer
lugar en su primer heat eliminatorio.
Por Cuba también brilló Héctor Rodríguez, primer
y único atleta de la isla caribeña capaz de coronarse en el judo masculino.
El deporte más aportador en la cosecha
antillana volvió a ser el boxeo, en los puños de Jorge Hernández (48 kilogramos), Ángel
Herrera (57) y Teófilo Stevenson (más de 81), quien encadenó aquí su segundo
cetro estival.
Jamaica (1-1-0), México (1-0-1) y
Trinidad y Tobago (1-0-0) fueron las otras delegaciones que subieron a lo más
alto del podio, y Venezuela (0-1-0), Brasil (0-0-2), Bermuda y Puerto Rico (0-0-1),
completaron el medallero latinoamericano en la lid.
Si de predominio se trata, hay que mencionar
lo sucedido en la natación, pues dos países prácticamente arrasaron con los
títulos: la
República Democrática Alemana, 11 de 13 en el femenino, y
Estados Unidos, 12 de 13 en el masculino.
La germana Kornelia Ender y el
norteamericano John Naber fueron los
máximos acumuladores en ese deporte, con cuatro preseas doradas cada
uno, y en general dentro de la alberca estival se rompieron 21 de los 26
récords mundiales vigentes entonces.
El Deporte Rey dejó otros héroes, como el
finlandés Lasse Viren, oro en cinco mil y 10 mil metros, y el trinitario Hasely
Crawford, ganador de los 100
metros planos, primer medallista de su país en
conciertos bajo los cinco aros.
En el hectómetro el segundo puesto lo ocupó
el jamaicano Donald Quarrie, ganador de los 200, y el tercero el campeón
defensor, el soviético Valeri Borzov, por lo que por primera vez desde
Amsterdam-1928 Estados Unidos se quedó sin preseas en este evento.
La única carrera exceptuando los relevos que
ganó un norteamericano fue los 400 metros vallas, con Edwin Moses, quien dominaría
esta prueba durante años.
Inédito también fue el triunfo del mexicano
Daniel Bautista en la caminata de 20 kilómetros, primera medalla de oro de México
en el campo y pista en ocho décadas de historia de los Juegos Olímpicos.
Asimismo, el jabalinista húngaro Miklos
Németh emergió como el primer hijo de un campeón olímpico de atletismo capaz de
emular con su padre, pues su progenitor, Imre, había ganado el cetro en
lanzamiento del martillo en Londres-1948.
Por su parte, el francés Guy Drut pasó a los
libros por haber quebrado el reinado estadounidense en los 110 metros con vallas, y
el soviético Victor Saneiev por su tercer cetro consecutivo en el triple salto,
hazaña que en el atletismo solo habían logrado dos norteamericanos.
En esta prueba el brasileño Joao Carlos de
Oliveira, poseedor entonces del récord mundial, tuvo que conformarse con la
presea bronceada.
También a tres doradas llegó el
plataformista italiano Klaus Dibiasi, y la corredora polaca Irena Szewinska
sumó aquí su séptimo metal en cinco diferentes pruebas.
La Unión Soviética
volvió a ganar por países en esta edición de los
Juegos, al acumular 49 medallas de oro, 41 de plata y 35 de bronce,
con gran desempeño de sus 20 luchadores, quienes merecieron 19 preseas,
incluidos 12 doradas.
Entre sus principales exponentes estuvo Vasili
Alexeev, dueño de la categoría reina de las pesas por segundos Juegos consecutivos,
quien sumaba un título más a una carrera en la que acabaría batiendo 80 récords
mundiales y permanecería imbatido entre los años 1970 y 1978.
En Montreal debutó el baloncesto femenino, con
oro para las soviéticas, que apabullaron al equipo estadounidense derrotándole
por 25 puntos (112-77), contando en sus filas soviéticas con la mítica Uliana
Semenova, de 2.10 metros
de estatura.
También debutaron las féminas en remo y
balonmano, ganados por la República Democrática Alemana y la Unión Soviética,
respectivamente.
Por último, en el voleibol para damas Japón
ganó todos sus encuentros en tres sets, y solamente en uno pudieron anotarle
más de 10 puntos, mientras que Nueva Zelanda se coronó en hockey sobre césped
pese a ganar solamente la mitad de sus choques y permitir tantos goles como
anotaron.
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