De
no ser por el título alcanzado por el superpesado Mijaín López en los
Juegos Olímpicos de Londres-2012, la familia de la lucha cubana pudiera
estar cabizbaja.
Gracias
al gigantón pinareño, este deporte se mantuvo como el único capaz de
aportar al menos un título en todas las citas estivales celebradas desde
Barcelona-1992 hasta ahora. Sin embargo, no todo es color de rosa.
En
primer lugar, una golondrina no hace verano, y aunque podemos
felicitarnos por contar en nuestras filas con un gladiador extraclase,
para los estrategas no debe perderse de vista que fue esa la única
presea discutida en el estilo grecorromano, y apenas otra más se
discutió en el libre: el bronce ganado por Liván López.
Esto
fue mucho menos de lo registrado en Beijing-2008, aunque en la capital
china en definitiva fue al medallero solamente el título de Mijaín.
Entonces me pregunto, ¿estuvieron mejor nuestros luchadores ahora?
A
la postre lo que valen son las medallas, pero si se va a hacer un
balance del deporte, entonces debemos convenir en que estuvimos por
debajo. Varios combates terminaron con desenlaces imprevistos ante
rivales accesibles, y otros ante oponentes de relevancia finalizaron
antes de lo previsto.
Aquí
vale hacer hincapié en los segundos finales de cada asalto; por ahí se
fueron unos cuantos puntos, que vetaron éxitos o al menos la posibilidad
de forzar un tercer tiempo y con eso más chances de avanzar.
En
esos casos estuvieron nuestras otras grandes esperanzas de llegar al
podio: los grequistas Pedro Isaac y Pablo Shorey, y el librista Yowlis
Bonne. Incluso Catherine Videaux, aun cuando su sola presencia ya era un
éxito para la lucha femenina, reconoció que le faltó un poco de
experiencia para seguir en liza.
Eso
fue en los Juegos como tal, pero antes no obtuvimos todos los boletos
esperados, específicamente con los libristas Yunierky Blanco y Lisset
Echevarría, por eso me queda el sinsabor en este año.
Se
impone entonces trabajar mucho más en el aspecto táctico, tan
fundamental en una disciplina donde el tiempo tiene mucho que ver,
mejorar el técnico y mantener el físico, casi siempre el punto fuerte de
los deportistas cubanos.
Igualmente,
y pese a que esto no está del todo en manos de los federativos, es
imperativa la participación de nuestras figuras jóvenes en los
certámenes de categorías inferiores, una deuda que arrastra la lucha
cubana desde hace ya unos años. La base de nuestros equipos pasó por
este escalón, pero quienes han llegado hace poco no saben lo que es un
Mundial juvenil; esto no puede seguir así, si queremos que la lucha
cubana sea algo más que Mijaín López.
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