Por Lemay
Padrón Oliveros
A Víctor todaía le queda bastante por hacer. |
Lo que
acaba de vivir la preselección cubana de béisbol por tierras asiáticas es un
repaso completo de cómo se juega a este deporte, a unos meses de su principal
compromiso del cuatrienio: el III Clásico Mundial.
Cómo y
dónde lanzar en situaciones comprometidas, cómo avanzar corredores y luego
remolcarlos, y cómo respaldar totalmente a los lanzadores, fueron las
principales lecciones estudiadas en la visita a Taipei de China y Japón, donde
Cuba se llevó balance de dos victorias y tres reveses.
Los
nuestros mostraron sus mejores armas desde la lomita, con gran destaque para
Freddy Asiel Álvarez y Leandro Martínez, los más efectivos en ambos duelos, y
una vez más fue la ofensiva y el juego técnico-táctico los que dejaron lagunas.
Desde la
llegada al puesto de mando de Víctor Mesa se ha mejorado esto último, pero es
complicado deshacerse de una filosofía del batazo que nos acompañó por varias
décadas, incluyendo la época en la cual el propio Víctor jugaba los jardines.
Los
toques de bola –lo vimos también en el Preclásico de Panamá- no están
concebidos para que fallen, y los cubanos pifian demasiado. No pocas carreras
quedan sin anotarse tanto en eventos internacionales como en nuestro certamen
local por esta deficiencia técnica.
Tampoco
puede fallar la defensa en momentos cruciales, como sucedió ante Japón, porque
los nipones aprovechan el más mínimo resquicio con esa endiablada velocidad que
poseen desde el primero hasta el noveno bate, y el menor parpadeo convierte un
fácil out en una potencial carrera.
Desde la
lomita, el colmo de la inocencia fue la recta en zona de Vladimir García cuando
tenía a Hayato Sakamoto en dos strikes sin bolas. Los japoneses están habituados a ver con
frecuencia su velocidad y más, es muy difícil pasarlos de esa manera, sobre
todo si se tira a su alcance.
La
agresividad de nuestros bateadores fue otro punto flaco, pues se dejaron cantar
bastantes strikes para luego irse con bolas malas. Es posible que el alto mando
haya aconsejado tirarle a los primeros lanzamientos ex profeso en algunos
pasajes de los juegos, pero a la hora de la verdad esto se ajusta en
dependencia de cómo esté el pitcheo rival.
Es cierto
que los monticulistas rivales son de altísima calidad, pero con el tiempo de
preparación de estos peloteros pensé que se les conectaría un poco más. Además,
si aspiramos a discutir los primeros puestos en el Clásico, es a serpentineros
como estos a los que debemos vencer, no a aficionados o veteranos venidos a
menos, como en otras ocasiones.
Al igual
que para los exámenes de todo tipo, para el Clásico este repaso ha venido como
anillo al dedo; por suerte queda todavía bastante tiempo y generalmente las
calificaciones premian a quienes no son finalistas. Esperemos que sea nuestro
caso.
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