sábado, 3 de noviembre de 2012

Retiros y desmotivaciones

Por Lemay Padrón Oliveros 


 Futbolistas, baloncestistas, voleibolistas y peloteros han estado en las últimas semanas entre los más recientes deportistas cubanos que abandonan parcial o definitivamente sus carreras por diversos motivos.
No hablo aquí de quienes deciden retomar su vida atlética en otras fronteras, sino de quienes prefieren dejar de realizar su profesión para dedicarse a otra o a ninguna.
A los primeros los mueve sobre todo una motivación económica, pero a estos últimos es la decepción y la desmotivación (no descartada en los otros casos) el principal causante de dejar de lado el talento y la pasión para ponerse a hacer quién sabe qué, incluso a sabiendas de que no mejorará nada su status económico y social en comparación a sus tiempos de atleta.
La proliferación de estos últimos casos ya es preocupante, y la afición lo resiente. Aunque nunca faltarán los “malcriados”, esos que quieren siempre más y no son capaces de mirar hacia el lado para ver a otros que hacen lo mismo que él y a veces hasta mejor, en peores condiciones, no creo que sean la mayoría.
Los incentivos económicos son necesarios, a veces imprescindibles, pero muchas veces el hombre se desanima cuando no es apreciado como persona, cuando se le trata con hipocresía y solamente se acuerdan de él cuando hace algo sobresaliente, o cuando en el seno de un equipo su papel es mucho menos importante de lo debido.
Además de una mejor remuneración, una casa o unas vacaciones gratis, para cumplir cabalmente con eso llamado ATENCIÓN AL HOMBRE el deportista debe sentir la mano en el hombro cuando está en baja, o la llamada telefónica, el saludo y el aprecio, ese que da el público sin esperar nada a cambio, pero a veces a los directivos les cuesta demasiado demostrar.
Es digna de la mayor admiración la actitud de quienes deciden seguir jugando por el placer de vivir su pasión, aunque estén conscientes de que no van a ser llamados al equipo Cuba, pero también debemos entender que no a todo el mundo le basta con intentar ser campeón o salir de vez en cuando en la prensa.
Se impone llegar a cada uno y saber qué le duele, porque a lo mejor la solución no es tan compleja, no todo cuesta millones de dólares.

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