Con mucha alegría recibí en estos días el anuncio del Ministerio de Salud Pública de Cuba, que mostraba su disposición de recibir de vuelta a los médicos emigrados que, por cualquier motivo, decidieran regresar a su país natal.
Casi automáticamente me vino a la mente la gran
cantidad de deportistas cubanos que han abandonado esta tierra con la esperanza
de brillar en otras geografías, algunos más exitosos que otros, y enseguida me
pregunté: ¿No habrá también muchos de ellos que quieran volver a su terruño?
No son pocos los que han podido ver de nuevo su barrio
tras la flexibilización de las leyes y los permisos de viaje, pero al menos
oficialmente no se les ha comunicado que pueden venir y radicarse de nuevo en
Cuba, con la posibilidad de abrir cualquier negocio, como un ciudadano más.
Aclaro que no me estoy refiriendo a los que actualmente
juegan desperdigados por todo el mundo, que pudieran también ser readmitidos en
las selecciones nacionales si su rendimiento se los permite, pero se trata de
casos diferentes, no por cuestiones políticas o por el estilo, sino porque no
sería un regreso definitivo, como se ha expresado en el caso de los médicos.
Los deportistas actualmente contratados sin la
participación del Inder tienen vínculos legales con sus respectivos clubes, y
se trataría de regresos puntuales para determinado torneo en el cual pudieran
insertarse sin afectar esos compromisos. Reitero, no estoy en contra de eso,
pero no es el espíritu de estas líneas, ni se puede comparar con lo publicado
ahora por el Ministerio de Salud.
Eso, sin hablar de las Grandes Ligas, donde han tenido
que renunciar a su residencia en Cuba, y les sería imposible acogerse a la
supuesta repatriación, salvo que se desvinculen definitivamente de sus
respectivos conjuntos.
Por eso quiero enfocarme en los cientos de deportistas
que ya no practican el deporte activo y por diversas razones tampoco se han
sentido a gusto en un país extraño. Su experiencia, al igual que las de los
médicos, sería de mucha ayuda si deciden reinsertarse como entrenadores en un
área deportiva.
En el peor de los casos, si no les interesa mantenerse
vinculados a la actividad atlética, tampoco hay por qué negarles, a quienes lo
deseen, volver a pisar la tierra que los vio nacer.
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