
Ciertamente
lo de “potencia” en la
Concacaf ha sido puesto en duda en los últimos años, porque
en todas las eliminatorias recientes Estados Unidos ha quedado por encima, como
muestra de que con apoyo económico hasta un país sin gran tradición puede
cambiar la cara.
Sin
embargo, cuando llega la hora de la verdad, en la justa del orbe, ningún equipo
de la Concacaf
juega mejor que México, salvo los propios norteños en 2002, cuando los
eliminaron en octavos de final. Pero para jugar en Brasil-2014 primero hay que
clasificar, y eso los mexicanos lo tienen bastante complicado.
El
partido crucial parece ser el de este viernes ante Panamá, en el estadio Azteca,
porque una derrota allí sería ya el cierre definitivo de un ciclo tortuoso para
el Tri, actualmente en la quinta posición de la hexagonal final, con apenas ocho
puntos, por detrás de los clasificados Estados Unidos (16) y Costa Rica (15), y
de Honduras (11) y Panamá (8), equipo este último que le aventaja en diferencia
de goles.
El hecho
de jugar en casa, y otros detallitos como los árbitros designados y la
disponibilidad de los mejores futbolistas para los topes de sus rivales
directos, pudieran incidir en que México mantenga su racha de los últimos 30
años, en los cuales se ha perdido por deficiencias futbolísticas solamente el
Mundial de España-1982, pues la ausencia de Italia-1990 fue por una sanción de la FIFA por alinear jugadores
indebidos en una eliminatoria juvenil.
La
hipotética victoria contra Panamá, otra selección venida de menos a más en los
últimos tiempos pese a tener poca tradición futbolera, dejaría a los “chamacos”
en condiciones de aspirar incluso a la última plaza con acceso directo a
Brasil-2014, y no solamente a la repesca contra Nueva Zelanda, de cara al
partido del cierre con los ya clasificados costarricenses, de visitante.
Pero incluso
ganando sus dos topes, México pudiera quedar fuera porque no
depende totalmente de sí mismo; así de complicada es la faena para el técnico Víctor
Manuel Vucetich, tercero empleado en estas eliminatorias.
Me
resisto a creer que los mexicanos hayan perdido de golpe y porrazo su aura
ganadora en el imponente estadio Azteca, y mucho menos su mayor calidad hombre
por hombre ante casi todas las selecciones de la región. Con nacionalizados o
no, con rebeldes o no, México tiene la calidad suficiente en sus botines como
para clasificarse; veremos si los astros se alinean a su favor.
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