Por Lemay Padrón Oliveros
La gloria es su mejor amiga, así pudiera resumirse en pocas palabras al luchador Mijaín López, el mejor deportista cubano de este siglo, y por suerte todavía con gasolina para dar mucho más.
Dentro de unos días, el pinareño tendrá la oportunidad de colocarse entre las auténticas leyendas de la lucha mundial, cuando salga en búsqueda de su quinta corona mundial, algo conseguido solamente por los elegidos en los más de 100 años de existencia de los Campeonatos Mundiales, contando ambos estilos.
Antes de conquistar el olimpo en Beijing-2008, Mijaín reinó entre los super pesados del estilo grecorromano en las citas planetarias de Budapest-2005 y Bakú-2007, y luego de su consagración estival añadió los tronos de los mundiales siguientes: Herning-2009 y Moscú-2010.
De volver a empinarse como esperamos, se uniría con cinco cetros a los rusos Georgi Kogouashvili, quien los alcanzó en la división de 96 kilogramos en los años 80, Alexander Tomov (100 kg en los 70) y Valeri Resantsev (90 kg en los 70).
Solamente superan esa cifra el húngaro Istvan Kozma y los ex soviéticos Nikolai Balboshin y Alexander Kareline, quienes se impusieron nueve veces en los 90, 100 y 120 kilos en las décadas del 60, el 70 y el 90, por ese orden.
Todo esto en el estilo grecorromano, en el libre solamente cuatro gladiadores han podido superar las seis doradas, pero ninguno ha llegado a ocho como los grequistas.
Ahora lo espera la ciudad turca de Estambul para una nueva cita con la historia, y una vez más el gigantón caribeño sale como el máximo favorito para retener su corona, nuevamente ante contrarios conocidos.
Según las inscripciones divulgadas hasta ahora, allí participarán también su viejo “amigo” Khasan Baroev, de Rusia, el estadounidense Dremiel Byers, el armenio Yuri Patrikeev, el turco Riza Kayaalp y el húngaro Mihaly Deak-Bardos, quienes le han escoltado indistintamente en el podio durante estos años.
De todas maneras, en el caso de Mijaín creo que se aplica mejor que en el de ningún otro atleta cubano aquello de que El oro es mío, repártanse la plata y el bronce.
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