Por Lemay Padrón Oliveros
Los
primeros compases de la Serie Nacional
de béisbol número 54 han ratificado una verdad que ya debía ser de Perogrullo:
la especialización del pitcheo es vital para poder aspirar a las victorias en
la pelota moderna.
Cuando un
torneo es parejo, como debe serlo cualquiera que aspire a ser considerado
importante, la labor del bullpen cobra mucha mayor importancia, porque casi
todos los partidos se deciden por pocas carreras y se hace vital preservar cada
victoria.
El
transcurso del actual torneo viene por ese camino, con una gran cantidad de
partidos salvados, y la gran mayoría decididos por estrecho margen, salvo muy
pocas excepciones, y los que están arriba son precisamente los que mejor han
manejado (y organizado) a sus lanzadores de atrás.
En este
sentido, muy estimulante resulta ver en este grupo a Guantánamo y Granma, que
tradicionalmente no han sido demasiado respetuosos con la labor de los
serpentineros, y lo mismo los utilizan para abrir que para cerrar.
Independientemente
de que los resultados marcan las decisiones de los cuerpos técnicos, un viejo
refrán censura el hecho de asegurar pan para hoy y hambre para mañana. En estos
casos, ni siquiera han podido asegurar el pan suyo de cada día, y todavía
buscan avanzar por primera vez a la segunda ronda luego de implantada la actual
estructura.
Todos los
equipos no tienen la misma calidad en su cuerpo de tiradores, pero los técnicos
deben distribuir bien sus fuerzas porque de nada vale concentrar la pólvora en
los primeros episodios, si luego los de atrás lo echan todo por la borda.
Ejemplos recientes sobran.
En este
campeonato, salvo Matanzas (2.39 por 3.38) y Guantánamo (4.55 por 7.36) el
resto de los conjuntos que están arriba presentan mejor o similar labor de los
relevistas que de los abridores en cuanto a Promedio de Carreras Limpias.
Pese a
este dato llamativo de los del Guaso, su bullpen no ha cargado con ninguna de
sus derrotas y ha aportado dos victorias y tres salvamentos, por lo que ha
intervenido en sus cinco éxitos.
Lo más
importante, a mi criterio, es que las urgencias por los éxitos no alteren
constantemente el rol determinado a cada serpentinero. Nadie puede permitirse
perder demasiados juegos y poner en peligro el avance a la segunda ronda, pero
que las culpas no las carguen los mártires de la lomita trabajando
indiscriminadamente lo mismo como abridores que como relevistas. Hacer ajustes
es una cosa, improvisar otra muy distinta.
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