domingo, 15 de abril de 2012

Lázaro Rivas, un grande de la lucha mundial

Por Lemay Padrón Oliveros

La hora más difícil para cualquier atleta, la del retiro, llegó al luchador cubano del estilo grecorromano Lázaro Rivas, multimedallista mundial y subcampeón olímpico de Sydney-2000 el pasado año.
   En el marco de la celebración de los torneos internacionales Granma y Cerro Pelado se dio el adiós definitivo al “Cocuyo”, como popularmente se le conoció a este gladiador de apariencia tranquila, pero estilo agresivo.
   Rivas, nacido un 4 de abril al igual que las organizaciones de pioneros (OPJM) y de Jóvenes Comunistas de Cuba (UJC), pero del año 1975, cumplió recientemente 37 años, pero desde hacía cuatro no luchaba oficialmente.
   Su cuerpo estaba golpeado por persistentes lesiones y con el empuje de la pujante sangre joven en su división debió colgar los botines, aún cuando a esa edad todavía muchos luchadores siguen al máximo nivel.
   Con apenas 19 años llamó la atención de los entendidos cuando se ganó el derecho a participar en los Juegos Olímpicos de Atlanta-1996 luego de imponerse en el certamen clasificatorio, en la categoría de 52 kilogramos.
   En la cita estival del Centenario volvió a asombrar, cuando finalizó quinto, luego de eslabonar victorias ante el noruego Jon Roenningen (5-0), y el sirio Khaled Al-Faraj (5-0), antes de caer 1-7 ante el entonces armenio Armen Nazarian, a la postre monarca y uno de los mejores gladiadores del estilo clásico en todos los tiempos.
   Por el sistema vigente entonces podía mantenerse con vida en la repesca y allí ascendió hasta el quinto puesto luego de doblegar al búlgaro Yordan Anev, tras escenificar un pleito de lujo ante el ruso Samuel Danelyan en semifinales, decidido 9-8 a favor del europeo.
   Antes de finalizar ese año 1996 conquistó la medalla de bronce en la Copa del Mundo celebrada en Colorado Springs, Estados Unidos, último certamen en el cual se compitió en 52, pues de ahí en adelante la mínima división sería la de 54 kilos.
   En este nuevo peso ganó el máximo pergamino en el Campeonato Panamericano de 1997, y concluyó noveno en el Mundial.
   En esa lid, efectuada en la ciudad polaca de Wroclaw, Rivas sólo cedió ante los medallistas de plata y bronce, el surcoreano Tae-Yeon Ha (2-5), y el local Alfred Ter-Mkrtchyan (0-4), titular olímpico de Barcelona-1992.
   Tras un 1998 en el que se coronó en el certamen continental de la disciplina, “El Cocuyo”, apodo que le acompaña desde su infancia, tuvo su mejor año en 1999, cuando dominó los Juegos Panamericanos de Winnipeg y el Campeonato Mundial de Atenas.
   En la cita ateniense permitió apenas cinco puntos en contra en seis combates y su desempeño fue tan encomiable que mereció ese año el título de Mejor Luchador del Mundo, otorgado por la Federación Internacional de Lucha (FILA).
   Sus victorias más amplias fueron ante el japonés Masatsune Sasaki, el rumano Marian Sandu y el corerano democrático Yong Gyun Kang, por superioridad técnica de 12-0, 10-0 y 11-0, respectivamente.
   Además venció al finlandés Tero Eerik Katajisto 7-2, al germano Ter-Mkrtchyan 5-3 en semifinales y al surcoreano Ha 7-0 en la final.

DECEPCIÓN DE FIN DE SIGLO

El 2000 empezó muy bien con el éxito en la lid continental de Cali, Colombia, pero luego en los Olímpicos de Sydney su pueblo esperaba el oro y Rivas volvió con plata.
   En la capital de Nueva Gales del Sur,El Cocuyo” derrotó al ex campeón mundial turco Ercan Yildiz por superioridad de 10-0 y por la misma vía 15-0 al neocelandés Jotham Pellew, además de al azerí Namig Aivazov 6-1 y al ucraniano Andriyj Kalashnikov 11-0 en la semifinal.
   Tal actuación, más el aval de lo conseguido un año atrás, hacían dudar a muy pocos del triunfo de Rivas en la final ante el surcoreano Kwon Ho Sim, titular de Atlanta-1996 en la extinta división de 48 kilos.
   Sin embargo, apenas iniciado el desafío el cubano es amonestado y el asiático aprovechó para marcarle ocho puntos que resultaron imposibles de descontar.
   El duro revés afectó sicológicamente al nativo del poblado de San Nicolás de Bari, en la actual Mayabeque, y cedió meses después ante el venezolano Jorge Cardozo en el panamericano de Santo Domingo.
   Luego se recuperó en el Mundial de Patras-2001 y obtuvo el bronce, tras ceder únicamente 3-6 ante el titular, el iraní Hassan Rangraz.
   A inicios de 2002, tras un nuevo cambio de peso hasta los 55 kilos, sufrió su primera gran lesión con la rotura del tendón del dedo índice de su mano izquierda, que le impidió asistir al Mundial de ese año, luego de haberse vengado de Cardozo en la lid continental de marzo.
   En 2003 triunfó en el Torneo Internacional David Schultz in memoriam, en Estados Unidos, y en los Panamericanos de Santo Domingo, además de finalizar segundo en los Juegos Titanes y tercero en el Mundial de Creteil, Francia.
   Sin embargo, su derrota 1-4 ante el surcoreano Im Dae-Won en semifinales del certamen galo fue duramente cuestionada por los técnicos.
   Al año siguiente volvió a coronarse en el evento del continente, pero los Juegos de Atenas le vieron fracasar una vez más, pues luego de imponerse a Rangraz 6-4 cayó 1-6 ante el húngaro István Majoros, el sorprendente ganador de la medalla de oro, y quedó quinto.
   Ese mismo lugar obtuvo en la lid planetaria de 2005 y más abajo concluyó en la de 2006, cuando ganó los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Cartagena, pero perdió en la III Olimpiada Nacional frente a Yagniel Hernández, la nueva figura en la división mínima en Cuba.
   Otra oportunidad tuvo en el panamericano de 2007, en San Salvador, pero al volver con bronce sepultó sus chances de volver al máximo nivel, opacado por Hernández, quien se coronó en los Panamericanos de Río de Janeiro y ganó su boleto a Beijing-2008.
   Esta combinación de lesiones, pobres resultados, y émulo de calidad dieron al traste con la brillante carrera del Cocuyo, quien finalmente decidió decir adiós a los colchones que tanta gloria le dieron.
   El 22 de diciembre de 2013 falleció como consecuencia de las heridas recibidas en una riña callejera.

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