¿Cómo se explican las preferencias de pareja? ¿Te llamaron la atención sus ojos, su cuerpo, su forma de caminar, su status, o una mezcla de todo? Es algo difícil de entender, y algo similar ocurre con las preferencias deportivas.
En el caso del deporte, a diferencia del otro, la familia influye bastante y muchas veces el alineamiento hacia un equipo se trasmite de generación en generación, sobre todo cuando está en relación con el terruño.
No obstante, he conocido industrialistas en Guantánamo, santiagueros en Melena del Sur y villaclareños en La Habana , todos nacidos y criados en esos últimos lugares, vale aclarar.
En la mayoría de los casos estos últimos responden a decepción con los planteles de su propio territorio, o buenas rachas de los conjuntos elegidos en el momento en el cual se tomó esa decisión crucial en la vida de cada fanático, se trate de paracaidismo o kicking ball.
Si me voy a referir a mi caso, hubo mezcla de casi todo, porque la tradición familiar influyó en los torneos nacionales, y aunque en el resto la responsabilidad es ciento por ciento mía, no me arrepiento de ninguna de las dos.
Aunque sea difícil de dar una explicación a ese instante, mágico en algunas ocasiones, lo cierto es que sin él cualquier competencia pierde valor, porque no se disfruta igual.
Por eso se ve en muchas ocasiones (el Mundial de fútbol en Cuba es muy sintomático) que los aficionados cambian de equipo una vez es eliminado el de su preferencia.
En esta Isla cuando empieza el Mundial el 99 por ciento le va a Brasil o Argentina, pero estoy seguro de que ese mismo 99 por ciento festejó como suyo el triunfo de España en Suráfrica-2010. Y pobre del que no lo haya hecho, porque entonces la diversión se le acabó bien temprano.
Y ese es el meollo del asunto, porque no importa con quién te identifiques, lo verdaderamente atrayente es tomar partido, ahí está toda la diversión, aunque algún extremista te quiera tildar de cambiacasaca por querer exprimir al máximo cualquier competición.
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