Por Lemay Padrón Oliveros
La Habana, la insuperable Habana, ha sido fin y principio de miles de utopías, amores, planes y hasta revoluciones. Para muchos es el sueño de toda la vida, para aquellos que no pretenden buscar la felicidad más allá de las fronteras nacionales.
Pero para algunos es casi como una pesadilla, y en el béisbol específicamente atormenta a Víctor Mesa, a quien no le basta vivir en ella para desentrañar sus secretos en la pasión de los cubanos.
Es contra el equipo insignia de la capital con el único contra el cual Víctor tiene balance negativo, tanto en la temporada regular como en la postemporada, desde que tomó la decisión de convertirse en manager.
Unos días atrás se encontraba con sus increíbles matanceros en lo alto de la tabla de posiciones de Occidente, lugar reservado para él casi desde el inicio del torneo, y recibía a Industriales en su cuartel general del Victoria de Girón.
Los dos planteles se encontraban en una buena racha y a nadie sorprendería el resultado de 2-1 para cualquier de ellos. Como casi siempre le ocurre a la Explosión Naranja, la balanza se inclinó para los Azules, en lo que fue la primera subserie cedida por los yumurinos ante contrarios de su zona geográfica.
Concluido el duelo el inquieto técnico declaró que esto para nada lo contrariaba, y auguró una recuperación en su siguiente tope, ante los maltrechos Metropolitanos.
Ah, pecado capital, y valga la redundancia porque se movería al emblemático Latinoamericano. Parece que desde la cueva de los Guerreros le escucharon y acaban de cerrar con una barrida no soñada ni siquiera en las mentes más optimistas de La Habana.
Se trata del segundo pase de escoba sufrido por los Cocodrilos, y coincidentemente el otro también fue contra una novena de abajo (Granma a inicios de diciembre pasado). No vi aquel escobazo inicial, pero en este los matanceros jugaron especialmente mal en el corrido de las bases, al igual que contra Industriales, y para colmo batearon menos (apenas 17 jits en 27 entradas, y solamente cuatro carreras anotadas).
Todos los conjuntos tienen altas y bajas, pero seguramente al avezado estratega no se le escapará esta oportunidad para tomar el toro por los cuernos y hacer los ajustes necesarios, sobre todo en cuanto al tema técnico-táctico.
Lo cierto es que la maldición Azul sigue revoloteando sobre Víctor, y apenas a unos metros de su casa un tal John Lennon parece arquear las cejas por sobre sus gafas redondas y decirle: ¿Hasta cuándo, brother?
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