miércoles, 8 de febrero de 2012

Las varias aristas del caso Contador


Por Lemay Padrón Oliveros

El ciclista español Alberto Contador acaba de ser sancionado con dos años de suspensión por dopaje, y enseguida empezó la polémica.
De entrada se trató de un caso extendido hasta la saciedad, tómese en cuenta que fue detectado positivo a mediados de 2010, y no es hasta febrero de 2012 que se le da a conocer la sentencia, ya cuando apenas le faltan unos meses para expirar.
No obstante, tiene varias implicaciones importantes, y muy dolorosas para el corredor, como entregar los títulos obtenidos en el Tour de Francia-2010 y el Giro de Italia-2011, renunciar a la ronda gala de esta temporada y además a los Juegos Olímpicos de Londres-2012.
La decisión cayó como un cubo de agua fría sobre el pedalista de Pinto, y debo confesar que a mí también me sorprendió, porque por lo dilatado del debate esperaba más bien un lanzamiento de toalla.
Ahora bien, ¿hasta qué punto se hizo justicia?
En primer lugar, Contador tenía sustancias prohibidas cuando corrió por las carreteras de Francia hace dos años. Ínfima, es verdad, pero dopante al fin, y claramente establecida entre las drogas ilegales. Por eso merece ser sancionado, como medida también para dar un mensaje claro a las demás luminarias del deporte mundial: Tu nombre no te salva del escarnio.
No obstante, el caso tuvo varias agravantes, además de la infinitesimal dosis de clembuterol, incapaz de propiciar una ventaja notable a nadie por encima del resto. Se trataba también de un atleta mil veces controlado y siempre inocente. No solamente antes, sino después del incidente, porque la Federación de su país le exoneró y volvió a las carreteras el pasado año para ganar el Giro sin la sombra del doping sobre sus hombros.
Molestó, y con razón, a la Unión Ciclística Internacional (UCI) y la Agencia Mundial Antidopaje (AMA) que les pasaran por encima tan rampantemente, y le tocó a Contador pagar esas culpas, porque bien pudo haber sido solamente un año de sanción.
Recordemos que se trata de la máxima figura del ciclismo mundial, quien a sus 29 años pudiera de un golpe dejar el deporte, como le aconsejan algunos colegas.
Sin dudas un tema escabroso y una decisión que puede ser discutible. Seguramente cada cual tomará partido a discreción, y nadie podrá decir que tiene la verdad absoluta entre manos.

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