Por Lemay Padrón Oliveros
Llegaba con etiqueta de favorito gracias a su coeficiente de dos mil 691 puntos, el más alto entre todos los convocados, pero un arranque funesto le privó de mejorar su actuación.
El traspiés inicial contra el indio Pentala Harikrishna y las tres tablas sucesivas lo colocaron bien temprano en lo más bajo de la tabla de posiciones, lo cual representa siempre una presión adicional para batallar por la victoria, más aún en su caso por partir de favorito.
Llegó el descanso y al parecer el tunero tomó un nuevo aire, reflexionó sobre los errores cometidos y se puso para las cosas, para decirlo en buen cubano, al punto que en esa segunda vuelta ganó tres de sus cuatro enfrentamientos y entabló el siguiente, todo gracias a un juego más sólido, conjugado con su agresividad acostumbrada.
Tocó el turno al segundo descanso y al volver nuevamente el caribeño estuvo bien con un triunfo y una igualada, aunque en el abrazo se mostró bastante conservador, y el tramo final lo despidió con dos sonrisas y un descalabro, este último totalmente inesperado contra el jovencito ucraniano Illya Nyzhnyk, un talento en ciernes del ajedrez mundial, pero todavía inmaduro.
No obstante, el chico de 15 años detectó un error de Bruzón provocado por los apuros del tiempo, y lo llevó al desfiladero de la derrota, que lo dejaba ya sin chances de coronarse.
A la postre será Harikrishna quien competirá el próximo año en el apartado élite del certamen holandés al ganar el grupo B, pero el tunero no puede sentirse del todo insatisfecho, pues el asiático es un ajedrecista reconocido a nivel mundial, y con mucho más fogueo que él.
Al menos Bruzón sumó tres puntos a su acumulado para acercarse más a su sueño de alcanzar los dos mil 700, y consiguió algunas brillantes victorias como ante el ruso Vladimir Potkin y el anfitrión Sipke Ernst. Se puede pensar que es poco el consuelo, pero como dije al principio, no se puede tener todo en la vida.
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