Por Lemay Padrón Oliveros
El de Luis Ibáñez es un caso raro en la lucha cubana. Con aproximadamente una década en la preselección nacional, no ha podido estabilizarse nunca como primera figura en su división: los 55 kilogramos del estilo libre.
Su mejor oportunidad fue en el ciclo olímpico anterior, cuando no había una figura dominante, pero entonces la inmadurez le jugó una mala pasada y no supo aprovechar el momento. Ha sido campeón panamericano del deporte en tres ocasiones (Guatemala-2003, Maracaibo-2009 y Rionegro-2011), pero nunca ha representado a Cuba en una cita multideportiva.
Luego surgió Frank Chamizo y no le dejó opciones sobre el colchón, pero el matancero se fue de peso en los pasados Juegos Panamericanos de Guadalajara-2011, donde privó a Cuba de una posible medalla de oro, y en estos momentos se encuentra sancionado.
Volvieron a abrírsele las puertas del cielo a Luisitín, como siempre le han dicho al ahora mayabequense, y de momento luce enfocado para no dejar pasar el que posiblemente sea su último tren, ya con 29 años.
“Ya estoy listo, este va a ser mi año. Iré con todo al preolímpico porque al panamericano irá un muchacho joven para buscar fogueo, seguro estoy de obtener el boleto a Londres”, dice confiado.
¿No tienes problemas con el peso?
“Afortunadamente ese nunca ha sido un punto preocupante para mí. Por mi talla y mi fisonomía hago los 55 sin mucho esfuerzo.”
¿Qué ha cambiado en ti de un año a otro?
“Bastante. Me di cuenta de que estaba siendo demasiado pasivo y ahora salgo a combatir desde el primer momento, a presionar a mi contrario. Así no le doy mucho tiempo para pensar, porque muchas veces peleaba con poca movilidad y dejaba al otro organizar sus ataques, ahora soy mucho más agresivo”.
Este no es un año cualquiera…
“Lo sé, pero es también el más lindo. Sé que puede ser mi última oportunidad para competir en unos Juegos Olímpicos y no la voy a dejar pasar así como así. Me tendrán que matar en el colchón para derrotarme, de eso pueden estar seguros todos.”
De verdad me alegro por este muchacho, que se ha mantenido fiel al deporte pese a tener pocos incentivos durante bastante tiempo, y ojalá su esfuerzo sea premiado con una presea en la capital británica, se la tendría bien merecida.
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