martes, 23 de agosto de 2011

Grand Prix para el olvido

Por Lemay Padrón Oliveros


Como decepcionante pudiera evaluarse la actuación del equipo femenino cubano de voleibol en el presente Grand Prix, de cuya fase final estarán ausentes pese a haber tenido condiciones y posibilidades reales de acceder a esa instancia.
En la previa del torneo considerábamos accesible la ronda definitiva por la calidad de las contrarias que enfrentarían las nuestras, pues de ellas solamente Brasil y Rusia se encuentran en la elite y a todas luces se perfilaban como oponentes muy difíciles de batir.
Sin embargo, el resto de los contrarios (Tailandia, Surcorea, Perú, Polonia, y Argentina) están a nuestro nivel o por debajo, como demuestra el hecho de que solamente las tailandesas lograron avanzar a la final, y eso porque China finalizó en la séptima posición y la clasificación se extendió hasta el octavo lugar.
A todo lo largo del certamen nuestras Morenas padecieron algo así como el síndrome de la gasolina escasa, pues arrancaban con mucho brío y casi siempre ganaban el primer set, pero de ahí en adelante se desajustaban y entre errores de todo tipo y aciertos de sus rivales caían una y otra vez.
Desastroso bloqueo y recibo, además de un saque totalmente inofensivo, estuvieron entre las causantes del descalabro.
De los constantes cambios en el sistema de juego ya hablamos, pero este impass que van a tener nuestras chicas antes de la Copa del Mundo en noviembre, que otorgará tres boletos a los Juegos Olímpicos de Londres-2012, debe servir para de una vez definir cómo van a jugar, porque de nada vale variar la fórmula si no es efectiva. Es como un pitcher que tira seis tipos distintos de lanzamiento pero sólo domina tres; a la postre los restantes no le sirven de nada.
A pesar de los pesares, dentro del colectivo vale elogiar los desempeños de Wilma Salas y Yoana Palacios (segunda y quinta en efectividad ofensiva, respectivamente), la líbero Emily Borrell (sexta entre las de su posición y novena en defensa), y la pasadora Yusidey Silié (séptima en su especialidad). Nunca está de más reconocer lo bueno de cada actuación.
Sin embargo a mí, y supongo que a casi todos los seguidores de esta disciplina, nos queda un sabor de boca bien amargo de este Grand Prix, que pudo haber representado un regreso mucho más decoroso.

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