martes, 30 de agosto de 2011

El rey Héctor

Por Lemay Padrón Oliveros

Antes de él nadie lo había logrado, pero el cubano Héctor Milián había nacido para sentar pautas en la lucha grecorromana y por eso fue el primer tetracampeón panamericano en su deporte.
En Beijing como invitado especial.
   Debutó en citas continentales en la edición de Indianápolis-1987, donde derrotó al estadounidense Dennis Koslowski, el mismo ante quien ganó el cetro olímpico en Barcelona-1992, aunque en la primera ocasión lo venció con facilidad, siempre en la categoría de 100 kilogramos.
   En la capital cubana no podía defraudar a su público, y más aún siendo el máximo favorito. Otro estadounidense, James Johnson, fue su víctima en la pelea conclusiva, pero sumando todos los combates no toleró puntos en contra.
   Sus últimos cetros en este tipo de lides los alcanzó en Mar del Plata-1995 y Winnipeg-1999, en la justa canadiense en la división de 130 kilogramos, cuando no todos apostaban por él debido a su veteranía.
   En ambos casos venció por el oro también a gladiadores de Estados Unidos, los cuales han tenido una gran rivalidad con los cubanos tanto en libre como en greco, primero a Jerry Jackson, y luego a Dremiel Byers, quien sería campeón mundial tres años más tarde.
   Solamente dos luchadores poseen cuatro coronas panamericanas, y el otro también es cubano: el santiaguero Juan Luis Marén, quien dominó las citas de La Habana-1991, Mar del Plata-1995, Winnipeg-1999 y Santo Domingo-2003.

COMO UN REY

Dice el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua que, además de soberano, en sentido figurado Rey es el hombre que por su excelencia sobresale entre los demás de su género o categoría.
   Pues eso fue Milián de 1990 a 1992 en la lucha greco mundial: el dueño indiscutible de la división de 100 kilogramos.
   ”Esos fueron mis mejores tiempos, no perdía ningún combate y gané ampliamente los mundiales de esos años. Fui elegido el mejor atleta de Cuba en 1991 y tuve el honor de llevar la bandera en los Juegos Olímpicos de Barcelona-1992.
   “Lo de Rey vino porque yo era un especialista en lanzar suppleys (técnica de cinco puntos), y eso es lo máximo en la lucha greco. Esos fueron años irrepetibles y nunca olvidaré el orgullo de haber dado la primera medalla de oro olímpica para mi país después de 1980", confesó el multicampeón a este redactor en una entrevista.
   Sus inicios estuvieron ligados al atletismo, pero siempre le gustó la lucha y se puso a entrenar con Lorenzo Echevarría. Ganó un campeonato escolar, pero después se descarrió y por poco lo botan de la Escuela de Iniciación Deportiva Ormany Arenado, de su natal Pinar del Río.
   "Por suerte el jefe de cátedra, Fernando Aranda, confiaba en mí y metió fuerza para que me dejaran. Después no lo hice quedar mal y gané el 13-14; de ahí en adelante todo fue distinto", señala Héctor.
   Luego ganó el Mundial juvenil de Schifferstadt, Alemania en 1986 (90 kilogramos) y el de mayores en Varna-1991, donde lo eligieron el mejor luchador del año en el planeta.
   Después de los Juegos de Barcelona sus rodillas empezaron a darle problemas, le molestaban desde mucho antes y tuvo que operarse. A partir de ahí tuvo que mejorar otras técnicas de combate, porque no podía levantar como antes a otro luchador y proyectarlo con facilidad.
    Esto fue con mucho esfuerzo, pero el tiempo le daba experiencia y lograba marcar puntos de otras maneras.
   A la cita de Atlanta-1996 fue muy débil, porque tuvo que rebajar 26 kilogramos en poco tiempo. Había competido en los mundiales de 1994 y 1995 en los 130, pero a Atlanta fue en los 100 y le faltaba fuerza.
   Allí cayó en cuartos de final ante el polaco Andrei Wronski, dorado de Seúl-1988, y que se volvió a coronar.
   No obstante, demostró que no estaba acabado al obtener bronce en el Mundial de Polonia-1997 y plata en el de Atenas-1999, cediendo el oro nada menos que ante el luchador del siglo XX, el ruso Alexander Karelin, quien se mantuvo invicto por más de una década a todos los niveles.
   Tras los Juegos Olímpicos de Sydney-2000, en los que se fue sin medallas, decidió retirarse del deporte activo. Por sus notables resultados fue elegido el luchador del siglo XX en Cuba, distinción que lo llenó de orgullo.
   Su palmarés incluye además platas en los Mundiales de Tampere-1994 y Praga-1995, los cetros en las Copas del Mundo de Atenas-1988, Frederikstad, Noruega-1989, Gotemburgo-1990 y Besancon, Francia-1992, y en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Ponce-1993 y Maracaibo-1998.

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