Por
Lemay Padrón Oliveros
Entre los peloteros más completos que han pasado por las Series
Nacionales de Béisbol de Cuba se encuentra sin dudas el camagüeyano Luis
Ulacia Álvarez.
El agramontino era capaz de defender con acierto cualquier
posición dentro del cuadro, incluyendo el difícil campo corto, y además
los jardines, tanto dentro como fuera de la mayor de las Antillas.
Nacido el 24 de septiembre de 1963 en Ciudad de La Habana, muy joven
se mudó con su familia para Camagüey, donde se formó como pelotero.
En las filas de la novena agramontina debutó en los clásicos
nacionales en la temporada de 1980-1981, cuando los conjuntos de esa
región centro oriental quedaban bastante lejos en las ubicaciones
finales.
Rápidamente se ganó un puesto como regular, y con su aporte Camagüey
consiguió el tercer puesto en la Serie 1982-1983, pero lo mejor estaba
por llegar. Inició su accionar como torpedero, y formó junto a Sergio
Quesada una de las combinaciones más efectivas de la década de los años
80 del siglo pasado alrededor de la segunda almohadilla, y también un
buen 1-2 a la ofensiva, el tradicional punto flaco de los planteles de
esa zona del país, pródiga en lanzadores de nivel.
Ellos dos resultaron vitales en la conquista del segundo puesto en la temporada 1984-1985.
Comparte con otros 15 peloteros el récord de más imparables
conectados en un desafío (6), cuando lo logró el 16 de febrero de 1986
en la XII Selectiva en choque de 10 entradas entre Camagüeyanos y
Mineros.
En ese momento era el séptimo jugador que lo hacía y con actuaciones
como esa saltó al equipo nacional, de donde no se movió más casi hasta
su retiro.
Ocupó entonces el puesto dejado por Rodolfo Puente, nada menos que el
capitán por más de una década de la novena antillana, y respondió a la
confianza de los especialistas con buenas actuaciones en los Juegos
Panamericanos de Indianápolis-1987 y el Mundial de Italia-1988.
Volviendo al terreno doméstico, lideró al combinado agramontino en su
primera incursión en los play off, en la campaña 1990-1991, cuando
vencieron a La Habana en la primera ronda 3-1, y luego cayeron frente a
Henequeneros 2-4 en la final.
Al año siguiente llegaron nuevamente a la postemporada, pero les tocó
jugar contra Industriales, el monarca indiscutible de esa ocasión, que
les barrió 4-0.
Tuvieron que esperar hasta la zafra 1997-1998, cuando Santiago de
Cuba les dejó en tercer puesto, e igual posición, gracias al mismo
oponente, ocuparon en 2000-2001, precisamente el último año de Ulacia
con la franela.
Desde entonces, lo más que han hecho los equipos de esa provincia ha
sido avanzar en par de ocasiones a la postemporada, pero cayeron en el
primer cruce y se fueron sin medallas. Tanto fue el aporte de Ulacia,
dentro y fuera del terreno.
LOGROS INDIVIDUALES
Se trata del pelotero que ocupa el cuarto lugar de todos los tiempos
en indiscutibles (dos mil 183) y bases robadas (355), el décimo en veces
al bate (seis mil 961), el noveno en carreras anotadas (mil 147) y
bases por bolas intencionales (140).
Individualmente finalizó como líder de los bateadores en la XXVIII SN
(157-67=427) y en la XXI (165-62=376), en ambos casos para la Zona
Oriental, y en la XXXVI lo fue de manera absoluta (242-102=421), además
de puntero en bases robadas en 1988 con 26.
En las filas del combinado tricolor conquistó las medallas de oro en
los Juegos Centroamericanos y del Caribe de México-1990 y Ponce-1993, en
los Panamericanos de Indianápolis-1987, La Habana-1991 , Mar del
Plata-1995 y Winnipeg-1999 .
También integró al combinado que ganó el cetro en los Juegos
Olímpicos de Barcelona-1992 y Atlanta-1996, además de la plata de
Sydney-2000.
Cuando fue dada a conocer la integración del conjunto a la Copa
Mundial de Taipei-2001, una buena parte de los aficionados y
especialistas criticaron su inclusión, por tratarse de un pelotero de 38
años.
Sin embargo, bate en mano echó a tierra todos los criterios y regresó
con la distinción al Jugador Más Valioso, porque bateó 600 (30-18),
líder, con 10 anotadas, colíder y seis bases robadas, segundo.
El 2 de agosto de 1996 vivió uno de sus mejores momentos en la arena
internacional, al conectar de 5-4 contra Japón en la final de los Juegos
de Atlanta, con tres anotadas, un jonrón y dos empujadas.
Tras pasar al retiro junto a otros grandes como Omar Linares, Antonio
Pacheco, Orestes Kindelán y Germán Mesa, pasó como entrenador a la Liga
amateur de Japón.
Luego de trasmitir sus experiencias en otros países de Latinoamérica
regresó con la difícil misión de poner nuevamente a Camagüey entre los
cuatro grandes del béisbol cubano, pero problemas de salud le impidieron
completar su labor.
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