martes, 4 de septiembre de 2012

Inercia en la pelota cubana

Por  Lemay Padrón Oliveros

Quiere aparentar que se mueve, pero en realidad no lo hace: la pelota cubana sigue padeciendo la misma inercia de hace muchos años, sin verdaderos deseos de hacer innovaciones tendientes a mejorar la calidad del espectáculo.
 Por estos días la Comisión Nacional anda de recorrido por el país escuchando criterios: lo mismo hicieron el año pasado y el resultado fue que lejos de mejorar, se incluyó a un equipo 17 en la Serie Nacional.
 Según me trasmitieron algunos colegas presentes en estos debates en varios puntos del país, no era esto lo que se «cocinaba» en este tipo de encuentros.
 Otro año más y la vida sigue igual, como la canción. A estas alturas, a unos dos meses del inicio del Campeonato, todavía la Comisión Provincial de La Habana no sabe si estará representada por uno o dos equipos.
 Algunos rumores apuntan incluso a la salida de la Isla de la Juventud del clásico caribeño, otro craso error. Si de sacar equipos con baja calidad se trata, son unos cuantos los que sobran, y si es uno solo el que se quiere eliminar, lo ideal sería volver a fundir Artemisa con Mayabeque, porque convirtieron un plantel competitivo en dos novenas ideales para subir el promedio ofensivo.
 Claro, las implicaciones son geopolíticas, por la división administrativa del país, pero ya los dedos nos duelen de tanto teclearlo: mientras sea la representatividad y no la calidad la que marque nuestros torneos elite, muy poco mejorará el béisbol cubano.
 Para los certámenes participativos hay otros formatos, desde la Liga de Desarrollo hasta una Nacional que sirva como puente a otro torneo selectivo, bajo el nombre que sea, pero sin el estigma del regionalismo a ultranza.
 Decenas de propuestas se han elevado a la dirección del béisbol en Cuba, por una u otra vía, y nada de nada, seguimos viendo la misma estructura, o peor, con estos insostenibles 17 equipos.
 Los eventos internacionales de la última década nos han demostrado que hemos ido quedando detrás de otros países que jamás soñaron con pisarnos los talones, y sigo pensando que, más allá de las lógicas mejorías del mundo entero, eso se debe más a estancamiento propio.
 ¡Rompamos de una vez la inercia!

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