Tras hacer el mayor desembolso de su historia, los directivos del club francés París Saint Germain (PSG) pretendían asegurarse el éxito, pero al contrario: viven el peor inicio liguero de las últimas dos décadas.
Muchos equipos de fútbol basan sus aspiraciones en el grosor de su billetera, y en muchos casos los grandes desembolsos rinden, pero en el caso del PSG, el dinero ha caído en saco roto, tanto en
El segundo
puesto en la pasada Ligue 1 es muy poco para un plantel que gastó 85 millones de
euros en la incorporación del volante argentino Javier Pastore, el defensa
uruguayo Diego Lugano, y los zagueros brasileños Maxwell, Alex y Thiago Motta.
Otro título
rozaron con las manos, el de la
Copa de Francia, de la cual fueron finalistas, pero tampoco
la alzaron los fichajes del DT italiano Carlo Ancelotti y del manager brasileño
Leonardo Araujo, otras dos incorporaciones de 2011.
Para la
actual campaña, los propietarios cataríes dieron el visto bueno al talonario de
otros 90 millones de euros, incluidas las llegadas del sueco Zlatan Ibrahimovic
y del brasileño Thiago Silva, ambos procedentes del Milán AC, pero tampoco le
dan las cuentas.
Ibra ha
conseguido los dos goles del conjunto hasta ahora pero se fue en blanco en el
empate 0-0 contra Burdeos, tercero consecutivo del once capitalino en igual
cantidad de choques, y Silva vestirá oficialmente por primera vez la camiseta
azul y roja este mismo fin de semana.
Las
promesas de fantasía siguen siendo solo eso hasta ahora, y el propio Ancelotti, quien lleva ya
nueve meses en su cargo, sigue apelando a la paciencia para ver los resultados
sobre el terreno.
Se han producido
demasiadas incorporaciones, todo irá mejor en los próximos encuentros. Tenemos
que mejorar la identidad del equipo sobre el terreno, dijo recientemente el
preparador, quien justifica la calma con su impresionante palmarés.
De momento Nasser
al-Khelaifi, el jeque del clan catarí dueño del conjunto del Parque de los
Príncipes, no ha mostrado desespero; quizás su vista está puesta en la Liga de Campeones, donde el PSG debuta en unas dos semanas después
de seis años sin jugarla.
Pero si la
máxima competición europea es el escaparate escogido por los poderosos del
Medio Oriente para mostrar sus joyas, todavía van a tener que pulirlas mucho en
los días restantes.
Por lo
mostrado hasta ahora se ve difícil que el plantel de la Ciudad Luz en su versión Golfo Pérsico brille
entre los grandes del continente, con todo y su compensada plantilla.
DECEPCIONES DOMÉSTICAS
La decepción parisina se acentúa con el hecho de que
el eterno rival, el Olympique de Marsella, permanece invicto e imbatido en Francia
(tres victorias en tres partidos) y es líder con cuatro goles a favor y ninguno
en contra.
Por el
contrario, el combinado parisino no pudo ganar ni siquiera en su más reciente
presentación, pese a que Burdeos reservó a buena parte de sus principales
cartas porque el próximo jueves disputa la Liga Europa contra el
serbio Estrella Roja de Belgrado.
Más allá de
los resultados, el equipo de Ancelotti carece de argumentos para ilusionar a
corto plazo y ya la palabra crisis se dejó escuchar entre los fanáticos,
quienes les prodigaron también los primeros silbidos de la campaña.
Como en
todo proyecto multimillonario, los primeros en sufrir son los canteranos, y
aunque las inferiores del PSG se proclamaron campeonas nacionales sub-17 y sub-19
en 2011, solamente el espigado mediocentro Adrien Rabiot ha tenido hueco en la
plantilla grande.
Varios de
los demás talentos de estos equipos han optado por desvincularse
definitivamente de la entidad, y si en definitiva los importados no dan el salto
de calidad sustancial, todo el sueño se puede descarrilar.
Al-Khelaifi,
cabeza visible del grupo QSI (Qatar Sports Investment), sigue sin ver brillar
sobre el césped al proyecto más caro del actual fútbol europeo, pese a
triplicar los presupuestos de sus rivales directos por el trono galo.
A nivel
táctico, el DT italiano ha ensayado con Pastore como interior, para facilitar
la fluidez en circulación de balón desde el inicio de la jugada, y así
enganchar con el tridente ofensivo del equipo.
Es
precisamente el poder de fuego lo que hace peligroso a este PSG, con Ibra, el
argentino Ezequiel Lavezzi, los franceses Jeremy Menez y Kevin Gameiro y el
brasileño Anderson Carvalho “Nené” como potenciales titulares, pero la pólvora
permanece mojada.
Velocidad,
profundidad y fuerza en el juego aéreo no le falta a su primera línea, que
deberá mostrarse dispuesta a asociarse indistintamente, dejando de lado los
egos, para poder sacar el máximo a este esquema 4-3-3 y saciar las ansias de
triunfo.
La obligación de vencer debe convertirse en nuestro
ADN. Estamos aquí para ganar, no para reír o para las fotos. Si un jugador no
es consciente del proyecto en marcha, no se quedará, advirtió la pasada semana el
director deportivo, el brasileño Leonardo.
Pero lo cierto es que el PSG galáctico, presagiado como una aplanadora capaz de dejar echo polvo a todo plantel capaz de cruzársele en su camino, está lejos de aparecer.
Pero lo cierto es que el PSG galáctico, presagiado como una aplanadora capaz de dejar echo polvo a todo plantel capaz de cruzársele en su camino, está lejos de aparecer.
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