jueves, 6 de octubre de 2011

El crimen que no mató a la esgrima cubana

Por Lemay Padrón Oliveros

Este 6 de octubre se cumplen 35 años del Crimen de Barbados, y el movimiento deportivo cubano lo celebrará con varias actividades, entre ellas el abanderamiento oficial de la delegación a los Juegos Panamericanos de Guadalajara-2011.
La preselección nacional hizo Guardia de Honor.
 Vale recordar que, entre otras víctimas, en el siniestro murieron todos los integrantes del equipo cubano juvenil de esgrima, el cual acababa de conquistar la lid centroamericana de la disciplina.
 En pleno vuelo, un avión civil cubano sufre el impacto de una bomba colocada en su interior por un grupo de terroristas, y al caer se lleva consigo la vida de 73 personas, 11 guyaneses, cinco norcoreanos y 57 cubanos.
 Era el 6 de octubre de 1976 y el DC-8 con matrícula CUT 1201 prácticamente acababa de partir del aeropuerto internacional Seawell, de Barbados, con 24 personas ligadas directamente al deporte en su interior.
 Los deportistas acababan de ganar para su país todas las medallas de oro entregadas en el cuarto Campeonato Centroamericano y del Caribe de esgrima, celebrado por esos días en la ciudad venezolana de Caracas.
 Por encima de los seis mil metros de altura que aproximadamente había alcanzado el avión marchaba el orgullo de todos estos jóvenes por haber representado dignamente a su Patria, y que perdieron sus vidas mientras sobrevolaban una playa caprichosamente llamada Paradise (paraíso).
 Fueron 16 atletas, la mayoría aún en edad juvenil, pues sólo cuatro rebasaban los 21 años, cuatro entrenadores, dos técnicos y los dos responsables del grupo. De los esgrimistas, ninguno tuvo oportunidades de dejar descendencia.
 Deportivamente sobresalían los floretistas Leonardo McKenzie e Inés Luaces, con excepcionales condiciones para imponerse al más alto nivel. Actualmente la principal sala polideportiva de Las Tunas lleva el nombre de él, y la Escuela de Alto Rendimiento de Camagüey el de ella.
 La capitalina Sala de Armas de las calles Prado y Trocadero, sede del centro de entrenamiento de esgrima de los equipos nacionales de mayores y juveniles no volvió a ser la misma nunca más, pues varios de sus mejores alumnos no volverían a empuñar sus aceros.
 En el aspecto deportivo, la muerte de aquellos jóvenes atletas truncó un promisorio porvenir para la disciplina de las armas y las caretas en Cuba, e interrumpió un ciclo competitivo que la Isla demoró años en restablecer.
 De hecho, en los Juegos Olímpicos de Moscú-1980 ningún cubano escaló el podio en esa especialidad, sequía medallera que duró hasta 1982, cuando los caribeños ganaron plata por equipos en el Campeonato Mundial de Francia.
 La siguiente presea olímpica llegó 16 años después del atentado, cuando se conquistó un bronce en florete en Barcelona-1992, y de ahí en adelante el florete y la espada regalaron varios puestos de relevancia en Campeonatos Mundiales y Juegos Olímpicos.
 Pero ese 6 de octubre el deporte se vio afectado también porque de las dos víctimas que estaban embarazadas (la atleta Nancy Uranga y la trabajadora de la Flota Camaronera del Caribe Sonia Coto), la primera llevaba en su vientre el fruto de su amor con un futbolista.
 La historia de Uranga es más curiosa porque a última hora tomó el vuelo, pues inicialmente debía viajar a la capital venezolana una atleta de 12 años de edad, demasiado alta para su edad, llamada María González.
 En la pista del Aeropuerto Internacional José Martí de La Habana, uno de sus entrenadores informó a la niña que las normas internacionales le prohibían participar, y por eso llamaron a Uranga para que ocupara su puesto en el fatal viaje a la cita regional.
 Enseguida se demostró la responsabilidad de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos en el atentado, en las personas de Luis Posada Carriles y Orlando Bosch, reclutadores de los ejecutantes: Freddy Lugo y Hernán Ricardo.
 Desgraciadamente los principales autores del terrible atentado nunca fueron juzgados, y Posada Carriles permanece en libertad en Miami a pesar del incesante reclamo desde varios rincones del planeta, y se pasea por calles de Estados Unidos como si nada hubiese ocurrido.
 Sin embargo, su objetivo principal, que era socavar la dignidad del pueblo cubano y dividir al país, no lo consiguieron. En materia deportiva el fracaso fue más contundente, pues los éxitos de la esgrima continuaron llegando.

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