Messi sólo tiene deudas pendientes con Argentina. |
El delantero argentino Lionel Messi tuvo este año una temporada especial, porque pudo romper tres de los maleficios que le quedaban pendientes, quizás los últimos no ligados a la selección albiceleste, con la cual también destrozó uno a inicios de la campaña, al anotar el gol que dio la victoria a Argentina sobre Brasil.
Con ese tanto conseguido a finales de 2010 en Doha, Qatar los gauchos detuvieron una racha de cinco encuentros sin poder derrotar a Brasil, contando tanto amistosos como desafíos oficiales en los últimos años. Fue sólo el comienzo de la temporada antimaleficios.
Con muy poco que demostrar en la Liga española, a Messi le quedaba quebrar la maldición de no poder marcar ante un equipo dirigido por el DT portugués José Mourinho, pues se fue en blanco ante Chelsea e Inter de Milán.
Sin embargo, el choque liguero de vuelta lo vio festejar el tanto del empate, aunque fue de penal y sus detractores le pedían un gol de jugada.
Ese reclamo duró apenas unas horas, pues en la ida de las semifinales de la Champions League el atacante suramericano marcó por partida doble ante el Real Madrid y vio su maldición con Mourinho desaparecida, además de detener otra de irse en blanco en seis partidos previos de semifinales correspondientes al principal torneo para clubes de fútbol de Europa.
Cumplido ese sueño, quizás el más saboreado por el enfrentamiento dialéctico con el Madrid y Mourinho, apenas permanecía una insatisfacción de cara a la final contra Manchester United en Londres: jamás había podido marcarle a un equipo inglés jugando como visitante.
Otro merengue en la puerta de un colegio. La rabia conque festejó el segundo tanto del éxito 3-1 del Barcelona en Wembley debe haber obedecido en buena medida a que en ocho encuentros previos en Inglaterra no había visto puerta, y ahora lo hacía en el momento decisivo de la temporada.
¿Qué le puede quedar hacer a Messi con el Barça? No sé, y seguramente la prensa rastreará hasta la saciedad cualquier detalle para darle más morbo a cualquier choque. Pero de una cosa estoy seguro. Con este pequeñín no hay racha segura y tarde o temprano caerá bajo el talento aplastante de sus botines.
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