Esta vez no hubo casualidad con Surcorea. |
Antes de este tope estábamos conscientes de que este duelo bilateral era crucial en las aspiraciones de los caribeños de incluirse entre los mejores sextetos del mundo, y de no haber caído en la primera salida con este novísimo plantel no hubieran existido dudas sobre el predominio cubano, patentizado en casi dos décadas de intercambio con los asiáticos.
Sin embargo, aquel revés inicial, achacado al largo viaje hacia tierras surcoreanas, sembró dudas en la afición y los especialistas locales, escépticos desde el principio por la inscripción de un plantel cuajado de figuras inexpertas.
No obstante, Orlando Samuels ha logrado insuflarles a estos chicos la confianza necesaria como para plantarse de tú por tú con los mejores conjuntos del planeta, y eso de por sí ya es un logro con una escuadra tan joven, que además supo desempeñarse con la presión de jugárselo casi todo en esos dos choques.
El saque mejoró cuando más se necesitaba, un arma vital para contrarrestar el excelente pase y la defensa efectiva de los asiáticos; el bloqueo, el recibo y la defensa mantuvieron su ascenso y la ofensiva sigue siendo letal en la mayoría de los casos.
Aquí falta solamente la incorporación en serio de Fernando Hernández, cuya inestabilidad ha imposibilitado sumar más puntos y ganar más sets y partidos, pero al tratarse de un muchacho con un poco más de horas de vuelo confío en que al final aplique de una vez la inteligencia y no siempre la potencia a la hora de perforar el bloqueo contrario.
Ya tenemos la final en el bolsillo, pues aún en el caso en que Polonia no se clasifique por derecho propio (va tercero en la llave A), Cuba lleva ventaja sobre los otros segundos y debe avanzar a esa instancia.
Lo que resta es no aflojar ahora contra Francia el venidero fin de semana, para llegar sin presión al tope de vuelta con los italianos, casi seguros líderes del grupo si no ocurre una gran sorpresa.
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