jueves, 16 de julio de 2015

Mala suerte se llama Manrique

Por Lemay Padrón Oliveros 

Eufemísticamente vamos a llamarle apreciación arbitral, en definitiva es el escudo tras el cual este tipo de deportes defiende sus puntuaciones, que se vuelven incuestionables como templos.
Pero como un espectador más tengo mi opinión, y no es muy buena con respecto a los jueces que actuaron en la gimnasia artística de los Panamericanos de Toronto, específicamente los que estaban evaluando la barra fija.
Ni en la prueba de máximo acumulador ni en la final de este aparato me parecieron justos a la hora de calificar al cubano Manrique Larduet. Sus ejecuciones probablemente no eran de la más alta exigencia técnica, pero tampoco deslucían con respecto a las de sus contrincantes, y fueron realizadas limpiamente, incluyendo la salida, esta sí de gran complejidad, que Manrique hizo a la perfección en ambas jornadas.
No digo que fuera el campeón en la barra, porque el colombiano Jossimar Calvo tenía un programa más exigente y lo ejecutó como debía, pero sí pudo el cubano entrar en el grupo de medallistas.
Las expresiones del resto de los atletas, conocedores a fondo del deporte tanto como los jueces, mostraban a las claras que las actuaciones del santiaguero merecían más, pero no sucedió.
También me chocó que fueran evaluados de manera bastante distinta (una décima es bastante aquí) las mencionadas presentaciones en la barra fija, cuando fueron casi calcos una de otra. Más sospechoso resulta que con lo obtenido en la final del aparato, insuficiente para colarse en el podio de premiaciones, sí le hubiera alcanzado el día del all around para coronarse.
Nada, que te toca, pero no te toca. Tratando de no apasionarme demasiado quiero pensar que ha sido obra de la mala suerte y no la mala leche, y repito, fue sobre todo en el grupo encargado de catalogar la barra, en las otras modalidades me pareció aceptable el margen de tolerancia que uno supuestamente debe dejarle a la “apreciación”.
Otra vez será, ahora hace falta que este muchacho se dé a conocer en el mundo, con participación frecuente en torneos de nivel. Solamente así irá convenciendo a los imparciales de su innegable calidad, porque este es un deporte en el que nunca está de más competir. La mala suerte puede cruzarse en el camino de cualquiera en cualquier momento, pero creo que esta vez se ensañó con Manrique.

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