martes, 21 de julio de 2015

El bronce de la pelota

Por Lemay Padrón Oliveros 

Muchísimos son los comentarios con respecto a la derrota de Cuba en las semifinales del béisbol en Toronto, que impidió mejorar el tercer lugar de Guadalajara-2011.
Vale comenzar diciendo que fue un juego que pudo ganar Cuba, y de haberlo hecho muchas opiniones serían diferentes hoy. Situaciones puntuales dieron al traste con la victoria, pero más allá del out o quieto en primera base, la utilización de los relevistas, el toque del noveno inning o el ponche sin tirarle de esa misma entrada, quiero analizar algo más profundo, y es la propia confección del equipo.
Siguen pasando los años y los estrategas cubanos no acaban de entender la necesidad de llevar más lanzadores a este tipo de torneos. El tercer catcher de Cuba no vio acción ni en el tope con los universitarios, y otros jugadores de posición tuvieron actuaciones bien efímeras.
Por el contrario, los lanzadores debieron hasta violar los roles que se les habían asignado inicialmente por la falta de variantes ante la pobre eficacia mostrada por algunos, y en el caso del joven Liván Moinelo, actuar en demasía.
Además, si Héctor Mendoza tiene algún tipo de limitación para su uso, ¿por qué entonces llevarlo a Toronto? Un staff ya de por sí corto, se resiente mucho más si no se puede utilizar como es debido al cerrador estelar.
La preparación de por sí no fue la óptima, porque a la ofensiva era evidente la incomodidad de nuestros bateadores cuando enfrentaron a lanzadores veloces, como si eso no se pudiera entrenar o fuera algo novedoso. El mejor bateador de la escuadra fue alguien llamado a última hora, con quien nadie contaba, ¿acaso Rudy Reyes enfrenta a diario a serpentineros supersónicos?
Un último aspecto, pero no menos importante, es la disciplina táctica. Según el propio Roger Machado, mandó a tocar a Raúl González y este bateó fuerte. Después de algo así el manager no puede seguir tan campante, porque para eso es quien toma las decisiones. Aunque sea uno de sus hombres de confianza, clave en los dos títulos conseguidos con Ciego de Ávila, no puede tener carta blanca para variar las estrategias concebidas por el cuerpo de dirección.
Seguramente vendrán análisis más profundos en la Comisión Nacional, con interioridades que a la distancia desconocemos, pero estos puntos deben estar sobre la mesa para que no se repitan en el futuro.

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