Por Lemay Padrón Oliveros
De mis primeras clases de fotografía en la Universidad, con el eterno
Peroga, recuerdo la definición del instante preciso: aquel momento que
se va y no vuelve más, como dice la canción, y el cual marca el momento
exacto en que debes apretar el obturador, porque si no perderás la
instantánea perfecta.
En estos días de Panamericanos el concepto ha regresado a mi mente
con fuerza, pero no relacionado con el invento que nos legó el francés
Daguerre y otros precursores en el siglo XIX, sino con la exactitud que
se precisa para alcanzar a veces una victoria en el deporte.
Especialmente lo he visto en el taekwondo, donde los oros de Yania
Aguirre y José Ángel Cobas han estado marcados por una precisión
milimétrica para golpear a sus rivales, justo cuando el tiempo del
combate agoniza, y llevarse el triunfo, en estos casos sinónimos del
máximo metal.
Nada me ha emocionado más en estos Juegos que esas dos patadas
espectaculares en los instantes finales de los duelos por los títulos,
cuando los nuestros han estado debajo, pero nunca vencidos.
La táctica que tan mal funcionó en otras disciplinas, en el taekwondo
se ha mostrado brillante, y por eso ha dado estas inmensas alegrías.
La final de Cobas además tuvo el extra de que los árbitros se
equivocaron tres veces a favor de Cuba (algo bien raro en cualquier tipo
de torneo, salvo que se celebre aquí), y en las tres el entrador rival
apeló al video y ganó la reclamación.
También apeló la última, pero ya lo dice el dicho, a la tercera va la
vencida, y ya ganar una cuarta consulta hubiera sido cosa de ciencia
ficción, además de implicar la inmediata democión de los imparciales
actuantes en el combate por ceguera permanente.
He aquí un excelente ejemplo de lo útil que resulta la tecnología
para evitar injusticias en el deporte, y por eso extraña el rechazo de
algunas disciplinas a utilizarla. Yo al menos prefiero que se detengan
las acciones un par de minutos si es necesario, antes de proseguir
jugando luego de una equivocación arbitral.
Creo que Peroga no leerá esto, pero de cualquier forma seguro me
perdonaría por haber hecho esta analogía con uno de sus términos más
queridos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario