Tras
apreciar lo sucedido en el estreno de la Liga Mundial ante Canadá, se
hizo evidente que los cubanos tienen pocas opciones de competir de tú por tú
con sus rivales de grupo, y algo similar debe ocurrir en Detroit.
Además de
los canadienses, que con sus dos barridas 3-0 nos devolvieron a la cruda
realidad, estarán los anfitriones estadounidenses, de mucho mayor nivel, y el
único elenco al que podemos aspirar realmente a derrotar es a México.
En el
deporte casi todo puede suceder (menos que Florentino Pérez piense menos en el
dinero y más en el fútbol), pero con la ausencia de nuestro principal jugador y
la lesión de otro, eso es toda una quimera.
Los
problemas en el visado de Javier Jiménez y la lesión de rodilla de Lázaro
Fundora han dejado al plantel, ya de por sí bastante mermado, convertido en un
equipo de segunda.
El
técnico Rodolfo Sánchez tendrá que hacer magia para intentar arrebatarle algún
set, ya no digo el partido, a canadienses y estadounidenses, sin confiarse
tampoco con los mexicanos.
Es llover
sobre mojado el tema de la inexperiencia de nuestros voleibolistas, los que
juegan acá salvo Rolando Cepeda, por eso prefiero decir que estamos pagando el
precio de “amarrar” una sola contratación luego de dos años de aprobada la
vinculación con clubes profesionales.
Los
retiros, bodas, bajas y cualquier motivo que se da oficialmente a la Federación cubana, lo
sabemos todos, no es más que una justificación para salir a buscar nuevos
horizontes. Con la firma de compromisos o la solicitud de paciencia (más
paciencia) está demostrado que no frenamos la sangría. La flexibilidad tiene
que ser la palabra de orden, sin que esto signifique relajo, a ver si logramos
mantener junta la base que tenemos actualmente.
Por eso
en Detroit no podemos esperar otra cosa sino que nos bombardeen.
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