La historia volvió a repetirse. Como hace una década, cuando Fernando Morientes fue transferido al Mónaco en aquella primera fiebre de Florentino Pérez por los Galácticos, un producto del Real Madrid es el principal responsable de la eliminación del conjunto blanco en la Liga de Campeones del fútbol europeo.
Al igual
que en aquella ocasión, el hijo de la casa merengue marcó tanto en la ida como
en la vuelta, y el valor de esos tantos dejaron en la cuneta al que había sido
su plantel menos de 12 meses atrás.
Ahora fue
el joven Álvaro Morata, quien casi no tenía opciones de juego en el Madrid, y encontró
en la Juventus
de Turín la oportunidad soñada para ganar en regularidad, al ganarse el puesto
por encima de otros aparentemente con más posibilidades como su propio
compatriota Fernando Llorente, exinternacional con España.
No es la
primera vez que le pasa al Madrid, y tampoco será la última. Con otros como el
camerunés Samuel Eto’o o el hoy técnico azulgrana Luis Enrique también les pasó,
pero dolió menos porque los goles de esos hijos preteridos fueron en
competiciones domésticas y no en la Champions, el gran orgullo del Madrid. Por
cierto, Eto’o sí le hizo la gracia al Barcelona cuando fue traspasado al Inter
de Milán.
Es la
llamada “Ley del ex”, que en un tiempo fue tratada de borrar con una cláusula
que evitaba al equipo donde milita el futbolista alinearlo contra su
exconjunto, pero quedó finalmente desechada porque cuando se adquiere a un
jugador es para utilizarlo en todas las competencias, y ninguna es más
prestigiosa que la Liga
de Campeones.
Con sus
goles, Morata frustró la final contra el Barcelona, aunque nada más concluido
el choque prometió a sus excompañeros repetir el rendimiento contra el plantel
catalán en la final.
Estuvimos
a poco menos de 45 minutos de ver una final de Champions con Superclásico, pero
tal como están de parejos los dos equipos españoles, eso puede darse en
cualquier momento, porque hasta hace cinco años, cuando no era uno, era el otro
el que estaba en baja.
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