Por Lemay Padrón Oliveros
Veracruz.-
No importa si necesita una dirección,
una orientación sobre qué ruta tomar o simplemente conversar de cualquier cosa,
los veracruzanos son adorables personas.
Con motivo de los XXII Juegos Centroamericanos y del Caribe quienes lleguen hoy a esta ciudad portuaria podrán comprobar cuán bondadosos son sus habitantes.
Jesús, que lleva poco tiempo viviendo aquí, corrió tras un autobús para, luego de indagar con el chofer directamente, encaminarnos hacia el estadio Luis “El Pirata” Fuentes, sede de las ceremonias de inauguración y clausura.
Guadalupe, encargada de un negocio de comidas ligeras, dobló la ración sin ambages cuando le celebramos unos frijoles dormidos que estaban como para levantar un muerto.
A Fernando, chofer de un taxi, no le importó que no fuéramos a utilizar sus servicios y nos indicó lo cerca que estábamos de nuestro destino, y cómo llegar hasta él.
Carmen, doctora de profesión, se ofreció para cocinarnos cuando le contamos a modo de chiste que dentro de dos semanas estaríamos hastiados de consumir comida chatarra por falta de tiempo para algo mejor.
Edgardo, voluntario en la sala de prensa, se sorprendió al vernos llegar con una hora de antelación a la zona de acreditaciones, pero al oír que éramos cubanos dijo: ¡Hubieran empezado por ahí!, pasen, pasen.
Probablemente no volvamos a ver a casi ninguno de ellos, que sin previa presentación cada uno extendió la mano a su manera, pero quedarán grabados en nuestros corazones.
Todas esas experiencias, vividas en apenas unas horas en la llamada Puerta de América, nos hacen pensar en que Veracruz no será solamente la capital centroamericana en materia deportiva, sino también en cuanto a bondad y amabilidad.
Con motivo de los XXII Juegos Centroamericanos y del Caribe quienes lleguen hoy a esta ciudad portuaria podrán comprobar cuán bondadosos son sus habitantes.
Jesús, que lleva poco tiempo viviendo aquí, corrió tras un autobús para, luego de indagar con el chofer directamente, encaminarnos hacia el estadio Luis “El Pirata” Fuentes, sede de las ceremonias de inauguración y clausura.
Guadalupe, encargada de un negocio de comidas ligeras, dobló la ración sin ambages cuando le celebramos unos frijoles dormidos que estaban como para levantar un muerto.
A Fernando, chofer de un taxi, no le importó que no fuéramos a utilizar sus servicios y nos indicó lo cerca que estábamos de nuestro destino, y cómo llegar hasta él.
Carmen, doctora de profesión, se ofreció para cocinarnos cuando le contamos a modo de chiste que dentro de dos semanas estaríamos hastiados de consumir comida chatarra por falta de tiempo para algo mejor.
Edgardo, voluntario en la sala de prensa, se sorprendió al vernos llegar con una hora de antelación a la zona de acreditaciones, pero al oír que éramos cubanos dijo: ¡Hubieran empezado por ahí!, pasen, pasen.
Probablemente no volvamos a ver a casi ninguno de ellos, que sin previa presentación cada uno extendió la mano a su manera, pero quedarán grabados en nuestros corazones.
Todas esas experiencias, vividas en apenas unas horas en la llamada Puerta de América, nos hacen pensar en que Veracruz no será solamente la capital centroamericana en materia deportiva, sino también en cuanto a bondad y amabilidad.
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