Horas y horas de sacrificios, entrenamientos y cosas importantes dejadas de lado han vuelto a rendir sus frutos para el mejor ajedrecista latinoamericano de la última década.
Criticado
a veces por entablar demasiado, al güinero Leinier Domínguez le han resbalado
esos comentarios y se ha mantenido firme en sus concepciones de juego: tratar
de lograr una posición sólida y no perderla para poder entonces aspirar a la
victoria.
Por ahí
pasa buena parte de su permanencia sobre los dos mil 700 puntos de Elo, cifra
que para alguien con un fogueo medio como él es difícil de conservar.
Lo hecho
en la recién concluida cuarta parada del Grand Prix de ajedrez es sencillamente
sensacional, porque totalizó ocho puntos de 11 posibles, gracias a seis
victorias, cuatro tablas y solamente una derrota, precisamente en su primer
encuentro.
Lo
presagiábamos desde el año pasado: la entrada de Leinier a estos certámenes de
altísimo nivel más temprano que tarde rendiría sus frutos, y ciertamente llegó
sin hacerse esperar mucho.
Rodeado
de varios de los monstruos del deporte ciencia, el caribeño tuvo nervios de
acero y consiguió sus primeras victorias de por vida ante varios de ellos, como
el búlgaro Veselin Topalov o el italiano Fabiano Caruana.
Es sin
dudas su mejor resultado histórico, y lo colocará en la próxima actualización
del listado mundial en un inédito onceno lugar del planeta, con unas impensadas
dos mil 757 unidades, por lo menos, más de 20 por encima de lo que hasta
entonces era su máximo acumulado (2734).
Todas las
partidas fueron importantes, pero destaco sobre todo su brillante defensa ante
el francés Etienne Bacrot, ante quien salió bastante endeble del medio juego,
con un peón de menos y en lados opuestos del tablero, y debió batallar con
todas sus energías para lograr el empate ante el único oponente de acumulado
similar al suyo. En la jugada 73 cometió otro error y quedó entonces con un
solo peón contra tres de su rival, pero se las arregló para emparejar la
contienda.
Para quienes nunca hemos dejado de confiar en sus posibilidades es este otro espaldarazo, innecesario porque somos sus incondicionales, pero sí importante para subir la parada y seguir pensando en grande.
Para quienes nunca hemos dejado de confiar en sus posibilidades es este otro espaldarazo, innecesario porque somos sus incondicionales, pero sí importante para subir la parada y seguir pensando en grande.
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