Por Lemay Padrón Oliveros
Río de Janeiro.- Hacía mucho tiempo que la selección
española no viajaba con su integrante número 24, el célebre Manolo ‘El del
Bombo’.
Nacido Manolo Cáceres
hace 64 años en Ciudad Real, perdió su nombre cuando decidió salir con un bombo
a cuestas a apoyar a La Roja,
lo mismo en torneos oficiales que en amistosos.
Y vale recordar que
esto no empezó ahora que España dicta las reglas del fútbol mundial, sino desde
la época en que los ibéricos acumulaban fracaso tras fracaso pese a tener una
de las mejores nóminas en todos los certámenes.
Sin embargo, Manolo no
pudo hacer el viaje a Brasil para apoyar a los europeos en la Copa Confederaciones,
y ha sido raro ver jugar a la selección española sin la animación de su fan
número uno.
Millones de kilómetros ha
recorrido este valenciano durante toda su vida con su instrumento a cuestas
para animar a La Roja,
incluso poniendo en riesgo su economía, su familia y hasta su salud.
Sin embargo, quizás la crisis pudo más esta
vez, o una normativa nueva de la Federación
Internacional de Fútbol (FIFA) que regula mucho más la
seguridad en los estadios.
Según la norma, está prohibida la entrada de
“objetos que puedan distraer la atención de los jugadores o árbitros, así como
objetos que produzcan un nivel excesivo de ruido”, y aquí pudo haber entrado el
instrumento de Manolo.
Como se ve, todo queda al criterio de quien
debe decidir, por eso me inclino más a un problema económico, que de esos le
han sobrado al “músico” en sus andares y desandares detrás de sus compatriotas.
Colectas entre amigos, patrocinios parciales
y hasta la colaboración de la propia Federación española ha necesitado el
valenciano, cuyos ingresos por un bar que regentea en las inmediaciones del
estadio Mestalla le son insuficientes.
Ahora es mucho más conocido que cuando saltó
a la palestra pública en el Mundial de España-1982, y hasta cumplió su gran
sueño de ver al equipo coronarse en un certamen del orbe.
Estuvo también en la Eurocopa de
Ucrania/Polonia-2012, pero los tiempos no están como para seguir en esos
trotes, y la
Confederaciones no contará con su seguidor más pintoresco.
Por suerte para él y para España, al menos
sobre el campo los jugadores no parecen necesitar tanto sus redobles. Pero se
le extraña, claro que se le extraña.
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