Río de Janeiro.- Gene Kelly hacía piruetas junto a Leslie Caron siguiendo los acordes de George Gershwin. A pocos metros Vincent Minnelli los seguía con atención, pensando ya en qué parte utilizar y de cuál prescindir ayudado por su tijera imaginaria.
Así se tejía la leyenda de Un
americano en París, que convirtió a la Metro Goldwyn Mayer
en la productora referente del musical de la década de los 50 del pasado siglo,
y dio otro espaldarazo más al actor y bailarín que puso a medio mundo a cantar
bajo la lluvia un año después, en 1952.
Americano, claro, no es de América Latina,
pero a ellos nunca les ha gustado llamarse norteamericanos.
Bien lejos de París y más cerca en el tiempo
otro norteamericano célebre ha dejado su huella en Brasil, no tan indeleble
como la del celuloide, pero suficiente como para darle otro color a esta nación
amarilla y verde hasta los tuétanos.
Kobe Bryant, el mejor baloncestista del
mundo hasta la explosión indetenible de LeBron James, estuvo la víspera en la Arena Fontenova, de Salvador de
Bahía.
Difícilmente sea casual su presencia en el
estado brasileño con más presencia negra, cuando pudo ir a ver jugar a la
selección brasileña en los choques anteriores, o los siguientes.
Además de su compromiso publicitario, para
el estelar jugador de Los Angeles Lakers quería cumplir uno de sus sueños:
conocer a Neymar de Silva.
Ambos se encontraron al término del partido Brasil-Italia
en el vestuario de los anfitriones, y rápidamente las redes sociales se
llenaron con la foto que se sacaron juntos.
Para el campeón olímpico de Beijing-2008
será muy difícil pasar desapercibido en el gigante suramericano, ahora que
todos conocen de su presencia y su próximo viaje a esta ciudad, para saludar a
Ronaldinho Gaucho.
Por cierto, en el duelo entre italianos y
brasileños no quiso revelar favoritismo, porque admira el fútbol de la Canarinha, pero pasó
parte de su infancia en suelo transalpino.
Con sus cinco títulos de la NBA a cuestas (vaya
coincidencia, Un americano en París también ganó cinco premios
Oscar), Bryant tendrá que emular a Kelly para eludir el asedio de prensa y
público.
Quizás decida hacerlo también al compás de la
música; en la Ciudad Maravillosa
todo es posible, y más si estamos hablando de música.
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