Por Lemay Padrón Oliveros
Río
de Janeiro.- Hoy por hoy, existen pocos artistas más tristes que el
brasileño Carlinhos Brown.
El amplio reconocimiento internacional no le
basta para ocultar la decepción por no poder escuchar el sonido creado por él
mismo para sartisfacer su otra gran pasión; el fútbol.
Se trata de la caxirola, el instrumento
musical que creó inspirado en el caxixi, una especie
de maraca utilizada en la capoeira, aunque en este caso hecha de plástico y con
material sintético dentro, más ecológicos que el bambú.
Fue certificada el 27
de septiembre de 2012
por el Ministerio brasileño de Deportes y se pensó que sería la alternativa
auriverde de la vuvuzela de Sudáfrica-2010.
En este sentido, su creador puso un énfasis
especial en que el sonido emitido por la caxirola no fuera desagradable a los
oídos, como en el caso de las corneta surafricana.
La caxirola respeta los límites sonoros.
Reproduce sonidos de la naturaleza, del mar, por eso trabajamos con los mejores
ingenieros acústicos para que el sonido fuera gustoso, agradable, explicó en su
momento.
Todo comenzó bien, pues el instrumento fue
presentado al público durante la apertura de la muestra La mirada que oye, compuesta
por 19 obras del artista baiano, y recibió el aval de la presidenta Dilma
Rousseff.
El célebre autor de Maria Caipirinha soñó con verlo adueñarse de los estadios en
esta Copa Confederaciones, pero fue vetado y probablemente tampoco se haga
escuchar en la Copa
Mundial de Brasil-2014.
En marzo de este año, la Federación Internacional
de Fútbol (FIFA) intentó prohibir el uso del utensilio, alegando que el mismo
podría ser usado como arma o como método de publicidad.
El tiempo pareció darle la razón, porque en
un partido en Bahía, el pasado 28 de abril contra Victoria, fanáticos del
equipo local lanzaron el instrumento al césped, disgustados por el resultado.
Como consecuencia, la caxirola fue vetada de
la Copa Confederaciones
y corre el peligro de jamás llegar al gran público, aunque el ministro de
Deportes, Aldo Rabelo, todavía tiene esperanzas de que se levante el veto.
No es una decisión final, hay que tener en
cuenta también la manifestación cultural que aporta este instrumento. Creo que
ese episodio fue algo momentáneo y aislado, indicó.
Así van las cosas, pero si la FIFA ya le tomó ojeriza al
aparejo, será muy difícil verlo adornando sonoramente los estadios brasileños.
Y es que los cacerolazos no se hicieron para
estremecer estadios, sino gobiernos…
Carlinhos Brown ya lo sabe muy bien.
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