En el equipo de polo acuático de Brasil a los Juegos Panamericanos de Buenos Aires-1951 había un jugador que no sobresalía por su estatura o corpulencia, ni tampoco por ser un excepcional atleta, pero con el paso de los años nadie olvidaría su nombre: Joao Havelange.
En su época en la FIFA tuvo el mundo casi en sus manos. |
En la cita bonaerense este hijo de padre belga anotó dos goles y conquistó la medalla de plata con su equipo, con balance de tres victorias y una derrota, por detrás de los anfitriones, que terminaron con cuatro éxitos sin reveses.
Su pasión por las aguas lo llevó también a practicar la natación, disciplina en la cual compitió en los Juegos Olímpicos de Berlín-1936.
Después se mudó al polo acuático, y además de competir en los I Juegos Panamericanos asistió a los Juegos Olímpicos de Helsinki-1952.
En la justa germana fue eliminado tempranamente en las eliminatorias de 400 y mil 500 del estilo libre, y en la finesa, ya con 36 años (el más viejo del equipo), integró la escuadra de polo que finalizó en la casilla 13, luego de ganar un solo partido.
Antes de colgar la trusa fue presidente de la Federación de Natación de Sao Paulo (1949-1951), luego del Comité Olímpico Brasileño (1955-1963), y jefe de la delegación nacional a la cita estival de Melbourne-1956.
Muchos años después de haberse retirado, todavía hoy nada para mantenerse en forma.
DE POLISTA A MANDAMÁS DEL FÚTBOL MUNDIAL
Sin embargo, como buen brasileño su pasión por el fútbol la llevaba en la sangre, y en categorías juveniles algunas fuentes aseguran que fue campeón con el Fluminense, equipo que llegó a presidir años más tarde.
Entre 1958 y 1975 Havelange fue presidente de la Confederación Brasileña de Deportes (CBD), antecesora de la actual Confederación Brasileña de Fútbol (CBF), desde donde vivió las coronaciones en los Mundiales de Suecia-1958, Chile-1962 y México-1970.
Sin dudas, esos resultados fueron un espaldarazo para que se convirtiese en el primer titular de la Federación Internacional de Fútbol (FIFA) no nacido en Europa, cargo que desempeñó desde junio de 1974 hasta junio de 1998, el más longevo en ese sillón.
La masiva extensión del más universal de los deportes en todo el mundo y el incremento de los ingresos obtenidos por la FIFA como entidad rectora y administradora de las actividades comerciales referidas a la disciplina caracterizaron su mandato.
Baste decir que de unas 140 Federaciones miembros en 1974 elevó la cifra a más de 200, y de unos 20 dólares recibidos en caja de su antecesor, Stanley Rous, actualmente la FIFA mueve billones, luego de la globalización total promovida por el carioca.
Bajo su mando se gestó el nacimiento del Campeonato Mundial femenino y el de futsal, los torneos de la categoría sub-20, el Mundial de clubes y las Copas Confederaciones, además de elevar considerablemente la cifra de participantes en los Mundiales absolutos.
Desde 1963 es miembro del Comité Olímpico Internacional (COI), y actualmente es su integrante de mayor edad, pues el pasado domingo cumplió 95 años.
Por su labor, sobre todo con la FIFA, recibió la Orden de Caballero de la Legion d'Honneur (Francia), el título de Comandante de los Caballeros de la Orden Infante Don Henrique (Portugal), el Caballero de la Orden Vasa (Suecia) y la Gran Cruz de Isabel la Católica (España).
Además, en agosto de 2006 fue nombrado vicepresidente honorario de la Federación Brasileña de Deportes de Hielo, por su apoyo al desarrollo de los deportes de invierno, y la FIFA creó una beca en su nombre para fomentar la investigación científica en el campo del fútbol.
Asimismo, en 1988 fue nominado al Premio Nobel de la Paz luego de promover un encuentro de fútbol entre las selecciones de Israel y Palestina.
No obstante, durante su mandato sufrió acusaciones de tráfico de drogas y armas, fraude fiscal, corrupción y racismo, pero nada de eso tuvo consecuencias legales por falta de pruebas.
También se le criticó por apoyar la dictadura argentina durante el Mundial de 1978, tras el cual emitió su más desafortunada frase: Ahora el mundo habrá podido apreciar la verdadera imagen de la Argentina.
Asimismo, fueron célebres sus encontronazos con el genial Diego Armando Maradona, quien le criticó severamente luego de perder la final de Italia-1990 y fue expulsado en Estados Unidos-1994 por utilizar efedrina.
Por su elevada edad necesitó el implante de un marcapasos y actualmente vive con su familia en Río de Janeiro, donde con motivo de los Juegos Panamericanos de 2007 se construyó un moderno estadio, bautizado Estadio Olímpico Joao Havelange en tributo a él.
Allí espera hacer realidad con 98 años la profecía que lanzó cuando era un simple aficionado en Brasil-1950: Si un día soy presidente, la Copa del Mundo regresará a mi país.
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