viernes, 11 de julio de 2014

Argentina saca la casta


Por Lemay Padrón Oliveros

Cuando no hay fútbol, que es esta selección argentina es como decir: cuando no aparece Messi, pues hay que tirar de la casta. Con eso, por arrobas, volvió Argentina a una final de un Mundial, para intentar tomar venganza de Alemania, 24 años después del robo de Codesal en Italia-1990.
El Chiquito Romero se hizo gigante bajo los tres palos en la definición por penales, echando mano quizás a toda la energía que ha ahorrado en los demás partidos porque prácticamente fue de vacaciones a Brasil, y le han atacado menos que a los Estados Unidos en toda su historia.
Tiene su mérito, es verdad, pero si hoy Argentina piensa en el juego del domingo y no en el del sábado se lo debe a Javier Mascherano, el pulmón del equipo, el que aparece dondequiera, menos en zona de ataque; ya eso sería pedirle demasiado.
Su nombre debía ser grabado en el Obelisco de Buenos Aires, porque borró completamente de la cancha a un Arjen Robben que venía en plan de aguafiestas y se marchó nuevamente por la puerta de atrás. Las pocas veces que pudo levantar el ánimo de los seguidores holandeses estuvo su sombra detrás para decirle: ¡Hasta aquí!
Y es que esa compuerta del mediocampo llamada Mascherano le ha ahorrado cada trabajo a la zaga argentina que ahora mismo debe estar todavía durmiendo de agotamiento. Cuando asustó con una posible conmoción cerebral pensé que ahí mismo terminaba Argentina, pero se recuperó, y de qué manera.
Prácticamente todo el equipo albiceleste trabajó de maravillas para contener a esta versión de la Naranja Mecánica demasiado dependiente de los desbordes de Robben; solamente queda la nota baja para la delantera, que sigue produciendo poco o nada, y hasta perdonó las más claras del partido con la de Higuaín y las dos casi seguidas en el tiempo extra.
No hubo mejor manera para celebrar la Fecha Patria, salvo que el rival hubiera sido Inglaterra, pero ya esos quedaron en el camino hace rato y vacacionan en cualquier rincón soleado del planeta.
Sabella ha movido sus piezas, pero en realidad arriba no le han funcionado; por el contrario, la contención y la defensa se han complementado a la perfección, y gracias a eso volverá a sonar el himno argentino en una final. Con la casta también se ganan partidos.

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