Julio Alfredo entre los destacados. |
Quizás eso mismo les ayudó a jugar más sueltos y sin compromiso, y las cosas les salieron casi a la perfección. De entrada, se diferenciaba de su más cercano predecesor en el hecho de haber sido conformado como un verdadero equipo, y no como una constelación de estrellas a base de rendimiento constante y sonante. Los que estaban se lo ganaron, pero sobre el terreno, tanto en la pasada Serie Nacional como en los entrenamientos.
Esta vez pudieron acoplarse mejor, y por eso desde el principio pensábamos que podían ganar el tope, pero jamás nos pasó por la cabeza que se impusieran en los cinco desafíos. A las excelentes actuaciones monticulares (solamente desentonó Pedro Durán), se unió un bateo oportuno, buen corrido de las bases, adecuada sintonía entre velocidad y ofensiva, y muy buena defensa.
Solamente de esta manera pueden lograrse cinco éxitos frente a una escuadra que tradicionalmente, y esta vez no fue la excepción, está plagada de talento y con muchachos que dominan el ABC de la pelota. Su gran pitcheo, con nombres que seguramente resonarán más tarde en la Gran Carpa, pudo ser descifrado en los momentos claves, y esta nómina caribeña logró exprimir al máximo cada oportunidad que tuvo para anotar.
«El librito» Urquiola volvió a demostrar que sabe guiar como pocos una novena, en la cual hizo los movimientos exactos tanto para avanzar a un corredor, como para cambiar a un lanzador.
Muy agradable resultó ver la consagración de Ramón Lunar, Frank Camilo Morejón, Yordan Manduley, Raúl González, Norge Luis Ruiz y Carlos Juan Viera, junto a los despuntes de Julio Alfredo Martínez, Luis Yander La O, Yadiel Hernández, Luis Alfredo Valdés o Vladimir Gutiérrez. No hay dudas, el relevo está ahí, solamente hay que darle confianza y quitarle presión.
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