jueves, 2 de mayo de 2013

La sanción a Southeran

Por Lemay Padrón Oliveros 

Hace unas horas se hizo oficial la sanción al inicialista guantanamero Yoenni Southeran, por agredir al anotador oficial del estadio Nguyen Van Troi, de la más oriental de las provincias cubanas.
Primero, vuelvo a estar en desacuerdo con la raíz del problema, y fue el hecho de haberse roto la cadena de lances consecutivos sin cometer error del primera base, acontecida en la llamada segunda división.
Sigo pensando que nada de lo que suceda allí debe tomarse en cuenta para actuación de por vida de los peloteros en Series Nacionales; es como si ahora se sumara también la labor compilada en las desgraciadamente desaparecidas Ligas de Desarrollo.
Esa es otra pelota, y no tiene por qué ser tomada como igual. Desde un principio estuve en contra de la estructura aplicada para la actual Serie Nacional, y este era uno de los puntos flacos que le veía. A falta de un estímulo, porque ningún equipo se está jugando su presencia en la venidera campaña, debe tomarse entonces como una lid para desarrollar figuras jóvenes.
Hasta aquí la parte estadística. Ahora vamos al comportamiento del pelotero.
Por supuesto, es muy reprochable, y por eso me parece correcto que se le sancione como se hizo. Pero me pregunto, ¿y acaso la actitud de Víctor Mesa el otro día no merece un tratamiento similar?
La prensa cubana (todos los medios, desde la televisión hasta los digitales) censuraron el hecho, y quedamos a la espera de una respuesta de las entidades competentes.
Pasó el tiempo y pasó…solamente un águila por el mar, porque con el mentor del equipo Cuba nada sucedió. Al otro día estaba tan campante en el puesto de mando, y no hubo un pronunciamiento oficial de la Comisión Nacional, como sucedió ahora con Southeran y otros indisciplinados.
De no haber existido este antecedente, quizás nadie mencionara el castigo al inicialista del Guaso, porque realmente fue censurable su reacción, pero al ocurrir casi el mismo día, todo el mundo estaba pendiente de las consecuencias, y no se abordaron ambos fenómenos con el mismo rasero. Es un mal nada nuevo en la pelota cubana, y lo peor es que a quienes deben tomar las decisiones no se les ve tampoco muchas ganas de medir parejo.

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