Pocos técnicos en el mundo del fútbol están tan capacitados para dirigir como el portugués José Mourinho, pero también pocas personas están tan capacitadas como para generar tanto rechazo pese a sobresalir en la actividad tan noble que desempeña.
Estudioso
hasta el detalle de los rivales, las tácticas y las estrategias a aplicar, al
DT de Setúbal se le escapa el tiempo para cuidar sus expresiones, que suelta a
diestra y siniestra sin reparar en el centro de sus críticas.
Cuando
arribó al Real Madrid el objetivo era claro: recuperar la confianza de la
institución, perdida por el avasallador paso del Barcelona de Pep Guardiola, y
levantar la décima Liga de Campeones. Tanto lo primero como lo segundo lo
cumplió a medias.
Ganar una
Liga, una Supercopa y una Copa del Rey (con la de este año en la mira también)
es un buen palmarés para cualquier club, pero no para el imperio merengue,
donde son las Orejonas el trofeo más preciado.
Es
cierto, llegó siempre a semifinales y eso no lo hacía el Madrid desde hacía
bastante tiempo, pero a la postre no pudo siquiera acceder a una final, y para
eso fue para lo que se le contrató, básicamente.
Ahora
bien, si todo esto se hubiera logrado en un clima de comunión y buenas
relaciones entre todas las instancias no habría duda para la continuidad, pero
tras ganar la Liga
el pasado año muchas han sido las diferencias entre Mourinho y varios de sus
jugadores.
Y no se
trata de cualquier jugador, porque por diferentes motivos y en diferentes
momentos se peleó con tres de los capitanes (Iker Casillas, Sergio Ramos y
Pepe), luego de ser el mandamás absoluto del conjunto blanco.
En lo que
se ha dado en llamar “La maldición del brazalete”, los representantes de los
futbolistas en el vestuario seguramente son eco de otros que no lo han
expresado públicamente, pero no se sienten a gusto con Mou en el banquillo, y
esta situación ya se torna insoportable.
Una
institución como el Real Madrid no puede permitirse más a Mourinho en su
nómina, porque va contra sus principios éticos más caros. Con el tiempo el DT
luso fue sacando las garras, y ya ni siquiera sus títulos parecen aval
suficiente como para seguir siendo el técnico de la primera plantilla, al menos
no de esta.
La cuestión está clara para la directiva merengue: o echan a Mou, con todo el costo económico que esto pueda significar, o refundan completamente al equipo y se desprenden de sus jugadores franquicia. Yo esto último lo veo bien difícil.
La cuestión está clara para la directiva merengue: o echan a Mou, con todo el costo económico que esto pueda significar, o refundan completamente al equipo y se desprenden de sus jugadores franquicia. Yo esto último lo veo bien difícil.
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