Por Lemay
Padrón Oliveros
Se
esperaba que fuera muy difícil un triunfo de los equipos españoles como
visitantes en Alemania, pero que ambos conjuntos se llevaran a casa cuatro
goles en contra me atrevo a asegurar que no estaba en los planes de nadie.
Primero
fue el Barcelona, que pese al desgaste todavía cuenta con el crédito ganado a
base del fútbol lujoso desplegado en los últimos años. Que el plantel catalán
necesita YA un reemplazo para Xavi Hernández y una notable inyección de calidad
en su defensa se sabía, pero ahora ha quedado totalmente en evidencia.
Todo un
baño de cruda realidad recibió el conjunto blaugrana en el Allianz Arena, amén
de la dudosa actuación arbitral, mala para los dos onces.
Se vio
más claro que nunca que el Barcelona depende demasiado de Lionel Messi, y
aunque el astro argentino no estaba para jugar 90 minutos, ¿qué técnico sería
capaz de dejarlo en el banquillo?. El efecto Messi, que tan buen rédito rindió
ante el inexperto París Saint Germain, ahora no tuvo ni pizca de impacto en el
cuadro germano, que le pateó inefablemente, como si estuviera al ciento por
ciento.
En el
otro encuentro, Real Madrid lo tuvo todo para marcharse con la cabeza alta de
Dortmund, pero su inefectividad ofensiva lo condenó al fracaso, sumado al buen
planteamiento del combinado teutón.
Si a esto
sumamos que todos los rebotes a la hora buena cayeron en pies de los dueños de
casa, muy poco podía hacer el cuadro merengue, en el cual dejó mucho que desear
la actuación defensiva de Pepe y la alineación al mismo tiempo de Mezut Ozil y
Luka Modric en la medular, forzado lo primero por la estúpida expulsión que se
ganó Álvaro Arbeloa en la vuelta de los cuartos de final contra el Galatasaray.
Cuatro de los cinco goles del partido llegaron de jugadas fortuitas, incluyendo
el penal de Xabi Alonso, que de no pitarse no hubiera provocado una rechifla.
Solo
queda la remontada, y honestamente, veo al Barca muy incapaz de hacerla (dos
veces un mismo año ya sería obra supraterrenal), y al Madrid también muy lejos
de lograrla, aunque jueguen en casa.
Para Tito Vilanova y José Mourinho queda entonces de estudio individual encontrar las llaves para desentrañar el crucigrama germano, ese que tanto trabajo les ha costado a lo largo de la historia.
Para Tito Vilanova y José Mourinho queda entonces de estudio individual encontrar las llaves para desentrañar el crucigrama germano, ese que tanto trabajo les ha costado a lo largo de la historia.
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