viernes, 24 de mayo de 2013

Industriales, una vez más viendo los toros desde la barrera

Por Lemay Padrón Oliveros 

Al fin acabaron las angustias para los fanáticos azules en esta temporada. Todavía les resta para concluir el calendario regular, pero es apenas un trámite, ya se acabaron las remotísimas esperanzas de llegar a la postemporada.
Apoyados en su respetable ofensiva y aceptable defensa, sus seguidores confiaban en volver a optar por el título de la pelota cubana, pero ni la primera funcionó adecuadamente todo el tiempo, ni la segunda estuvo acertada en la primera mitad, y solamente el pitcheo estuvo como se esperaba: desastroso.
Aferrados al brazo de Odrisamer Despaigne los capitalinos lograron mantenerse con vida en esta segunda mitad, pues ni Frank Montieth ni Antonio Baró pudieron aportar lo suficiente en los últimos 45 juegos, pero no aparece un complemento fiable para este abridor, y cuando se ha esbozado en las últimas campañas, ha decidido anclar lejos de La Habana.
El propio Baró parecía la nueva perla del seleccionado añil, pero tiene que trabajar muchísimo en su control para poder sacarle dividendos a sus innegables condiciones naturales.
Esto es en el apartado de los abridores; el pitcheo de segunda línea sencillamente no existe, y si no es por los refuerzos ni siquiera las matemáticas hubieran mantenido con vida a los citadinos hasta la última subserie.
Se pudiera pensar que el pasaporte a los play offs se perdió ante Villa Clara o Ciego de Ávila, y esto no es descabellado, pero debemos ir un poco más atrás, a esos partidos que se iban ganando en el octavo inning y se perdieron, o aquellos famosos de las grandes ventajas (contra Pinar en la primera vuelta y contra Cienfuegos en la segunda) dilapidadas en el último tercio.
Otros pudieran apuntar a la incertidumbre en los inicios sobre la permanencia o no de Metropolitanos y el consecuente desajuste a la hora de conformar a Industriales, pero lo cierto es que el equipo estaba consciente de las dificultades de su bullpen y estaba en la obligación de hacer funcionar como un reloj su ofensiva y su defensa. Eso sucedió solamente a ratos, y no se le puede echar la culpa a Lázaro Vargas, aunque hayan sido cuestionables puntualmente algunos manejos de lanzadores, movimientos en la alineación y hasta mantenimiento de bateadores claramente en slump. Sencillamente, así no se puede ganar.

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