sábado, 6 de octubre de 2012

Superclásico como termómetro

Por Lemay Padrón Oliveros

El Superclásico que pondrá frente a frente a los dos equipos de fútbol más mediáticos del mundo este fin de semana se antoja termómetro ideal para medir las verdaderas intenciones de cada plantel en la actual temporada, sobre todo las del vigente campeón Real Madrid, con paso irregular en los primeros compases.
Magros resultados ante equipos aparentemente flojos pusieron la alerta roja en los seguidores del conjunto blanco, que poco a poco ha recuperado el ritmo y sobre todo la forma deportiva, desastrosa luego del parón vacacional.
Llega entonces el partido de los partidos, y mientras el Barcelona ha caminado tranquilo en todas sus presentaciones, aunque no sin peripecias, el Madrid ha ido dejando en el camino puntos que le pudieran hacer falta por allá por el lejano mayo de 2013.
No importa, un Barcelona-Madrid pasa por encima de todo eso, y este fin de semana nuevamente los técnicos Tito Vilanova y José Mourinho tendrán otro duelo bilateral, con la ventaja para el portugués de momento luego de haberse impuesto en la Supercopa.
Aquel revés debe haber molestado a Vilanova más que el dedo en el ojo de la campaña anterior, pero no deja de ser un torneo menor, y el que se avecina sí es de total importancia, aunque a la larga pudiera tener menos peso, con la gran ventaja del once catalán en la tabla de posiciones.
Para nada es un encuentro más, pero sobre todo en las filas madridistas es un examen prioritario, imprescindible para saber si el título liguero del pasado verano fue apenas una clarinada o el comienzo de una nueva era en España.
Además, es evidente que el vestuario del combinado capitalino está roto, y eso ni 100 Mourinhos lo pueden ocultar, por eso el tope es fundamental para elevar la moral de los merengues y hacerlos pasar por encima de sus diferencias personales, porque hasta en Cuba, donde el fútbol sigue dormido, se sabe que es un deporte de EQUIPO y de nada valen los egos excesivamente inflados. De eso el Madrid debía tener aprendida la lección hace ya una década, pero los Florentinos no creen en esas cosas y total, ¿para qué?, si en definitiva para resolverlo todo ahí está la billetera.
En fin, alistémonos para otro Superclásico, a ver de qué está hecho realmente este Madrid.

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