El Real Madrid acaba de cerrar una semana mágica, en la cual levantó el primer trofeo de la era Ancelotti y derrotó al Bayern Munich en el duelo de ida correspondiente a las semifinales de
Por la Copa del Rey, el favorito era
el Barcelona, porque los merengues no habían sido capaces de derrotar a ningún
quipo grande esta temporada, y además no podrían contar con su estrella:
Cristiano Ronaldo. Sin embargo, el encuentro celebrado en el estadio valenciano
de Mestalla fue testigo del nacimiento de un nuevo ídolo merengue, ya apodado Gareth
Bolt, por su vertiginosa velocidad de piernas. El gol que definió el torneo de
Su Majestad quedará grabado para siempre en la videoteca de los mejores
autopases de la historia del fútbol, allí al ladito de aquel de Fernando
Redondo hace una década, para asistir a Raúl González y eliminar al Manchester
United en la Liga
de Campeones.
La
segunda victoria no fue menos inesperada, porque enfrente tuvieron al que era,
y sigue siendo, el máximo favorito para levantar la Orejona este año, el
Bayern de Pep Guardiola. Los bávaros tuvieron un abrumador dominio de la
pelota, y triplicaron tanto los tiros a puerta como los de esquina, pero los
ibéricos mandaron en la que quizás sea la única estadística verdaderamente
importante en el fútbol: el marcador.
Un electrizante
contragolpe guiado por los portugueses Cristiano y Fabio Coentrao fue rematado
como mandan los cánones por el francés Karim Benzema, y así subió el único
tanto del encuentro. Corría apenas el minuto 19, y muchos esperábamos el
aluvión de los germanos, pero este se diluyó en movimientos y pases demasiado
previsibles, que se estrellaron una y otra vez ante el muro blanco.
Toni Kroos no es Thiago Alcántara, y los equipos entrenados por Guardiola necesitan
de un mediocampista fino, como fue él mismo, para ser letales. Este Bayern no
tiene a un Xavi Hernández ni a un Iniesta, y si para colmo, se deja en el banco
a alguien tan peligroso e incisivo como Thomas Muller, se reduce
considerablemente el poder de fuego de los tanques teutones.
Al final
pesó más la historia ganadora de Ancelotti contra el Munich que el pasado
tenebroso del Madrid ante este club y la imbatibilidad de Guardiola en el
Santiago Bernabeu. Por cierto, segunda derrota consecutiva de Pep contra el
Real, porque su despedida en el Barca fue aquel 1-3 que encarriló el título
liguero de Mourinho.
Los
merengues saben que no pueden cantar victoria todavía, porque el choque de
vuelta será durísimo, pero haber dejado en cero a sus rivales es un gran
mérito, sobre todo porque en esta Champions ellos solamente dejaron de marcar
en la vuelta ante el Borussia Dortmund, cuando llevaban una ventaja decisiva
del duelo de ida. El próximo martes veremos si los alemanes retoman su disfraz
de Bestia Negra, o los españoles dan un paso decisivo hacia la anhelada Décima.
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