jueves, 24 de abril de 2014

Huracán Carter: Nocaut a la injusticia

Por Lemay Padrón Oliveros

Probablemente nunca hubiera llegado a campeón mundial, pero eso nunca lo sabremos. Fue víctima de una de las mayores injusticias cometidas en el sistema penal de Estados Unidos, y por eso Rubin "Huracán" Carter no pudo nunca llegar al tope de sus potencialidades en el boxeo.
   Solamente una personalidad fuerte y en espíritu indomable lo mantuvieron física y mentalmente estable durante los duros 20 años sufridos en la cárcel por un crimen que no cometió.
   Nacido el 6 de mayo de 1937 en Paterson, Nueva Jersey, Carter llevaba una prometedora carrera boxística entre 1961 y 1966 en los pesos medianos, pero la injusticia le tendió una trampa.
   Acababa de derrotar al ex y futuro campeón del mundo del peso medio, Emile Griffith, y al futuro campeón mundial del pesado, Jimmy Ellis, cuando fue acusado por tres asesinatos ocurridos en junio de 1966, en Paterson. 
   Parecía que Rubin Carter estaba ya listo para reformarse completamente, pero como premio recibió nada menos que tres cadenas perpetuas. Sus 19 nocauts  en 27 peleas, le habían valido el apodo de "Huracán”, pero no pasó de ser una promesa.
   Su condición de negro pesó mucho más que cualquier alegato de inocencia, como reconocieron al liberarlo, y él mismo espetó ante la opinión pública a mediados de la década de 1970:
   “No estoy en la cárcel por asesinato. Estoy en la cárcel porque soy un negro en Estados Unidos de América, donde quienes ostentan poder sólo permitirían a un negro ser un bufón o ser un criminal.”
   Además, su pasado fue usado en su contra, porque recién cumplidos los 14 años fue imputado por asalto y robo y enviado a un reformatorio, aunque Carter declaró que defendió con una navaja a un amigo del cual intentó abusar un pedófilo.
   Escapó del reformatorio en 1954 y se alistó en el ejército, del cual desertó dos años más tarde, y como consecuencia fue nuevamente arrestado y condenado a nueve meses de prisión, de los cuales cumplió cinco en la prisión de Annandale.
   Tras ser puesto en libertad, cometió varios asaltos, entre ellos el robo a una mujer negra. De esto último se declaró culpable y fue nuevamente encarcelado hasta septiembre de 1961, en la prisión de máxima seguridad estatal de East Jersey.
   Al salir de la penitenciaría inició su prometedora carrera en el boxeo, hasta que fue interrumpida estrepitosamente por el arresto de 1966, seguido de un juicio lleno de irregularidades y prejuicios raciales por un jurado formado por blancos, basándose en el testimonio de dos ladrones que luego se retractaron.
   Tanto Carter como su amigo, John Artisnegaron en todo momento su implicación en los asesinatos; pasaron sin problemas un detector de mentiras y los testigos no les reconocieron como los autores, pero igualmente fueron condenados.
   En 1976 se les celebró un segundo juicio, pero Carter y Artis fueron condenados de nuevo a pesar de que el principal testigo de la acusación era un conocido delincuente que en dos ocasiones había cambiado su historia.
   Él mismo desistió de la lucha legal cuando se encontró indefenso ante un sistema penal que hizo oídos sordos de los reclamos de miles de manifestantes, entre ellos un tipo llamado Muhammad Ali, quienes entonaron por las calles estadounidenses una canción protesta que Bob Dylan escribió en 1975 (Hurricane), y luego fue convertida en himno.
   “No poder ayudarlo me hizo sentir avergonzado de vivir/En una tierra donde la justicia es un juego./Ahora los criminales usan abrigos y corbatas/Y son libres de beber martinis y ver salir el sol.”, reza una parte de la letra.
   Denzel Washington le dio vida en el cine en una memorable cinta de 1999, basada en su autobiografía “The 16th Round”, escrita en 1974. Recordemos que hasta inicios de los años 80 las peleas por títulos mundiales eran a 15 asaltos.
   Leyendo este libro un adolescente afroamericano canadiense tomó conciencia del caso, y apoyado por los abogados Leon Friedman y Myron Beldock, inició nuevamente la lucha hasta sacarlo de prisión, de donde no salió sino hasta 1985, luego de casi dos décadas exactas tras las rejas.
   Tras recibir el apoyo de importantes líderes de la comunidad negra y artistas, el 7 de noviembre de 1985 se le dio la oportunidad de presentar nuevas pruebas para demostrar su inocencia.
   Durante el nuevo juicio de apelación, se reconocieron claros elementos de racismo durante el proceso penal, y se comprobó además que hubo corrupción de la policía, declaraciones bajo coacción y pruebas falseadas.
   En 1988 la fiscalía de Nueva Jersey retiró los cargos en su contra, y entonces “El huracán” recibió de la Federación Internacional de Boxeo el cinturón de campeón de peso welter, único boxeador con este título sin haberlo conseguido sobre el ring.
   Por supuesto, una vez fuera dedicó su vida a combatir las injusticias que él vivió, y desde 1993 hasta 2005 presidió la Asociación para la Defensa de los Condenados Injustamente (ADWC, siglas en inglés), creada por él mismo, y que ha solucionado decenas de casos semejantes al suyo.
   "Sigue luchando, da igual cuál sea el obstáculo, porque la vida es una carrera de obstáculos que tienes que correr; el odio me llevó a la cárcel, pero el amor me sacó de ella", decía a menudo.
   Dio charlas por todo el mundo, obtuvo dos doctorados honoríficos en leyes, por una universidad canadiense y otra australiana, y se radicó en Toronto, Canadá, porque le daba vergüenza su propio país.
   En 2011, al mismo tiempo que fue diagnosticado de cáncer terminal de próstata, Carter escribió otra autobiografía, Eye of the Hurricane: My Path from Darkness to Freedom (El ojo del huracán: mi paso de la oscuridad a la libertad), prologada por Nelson Mandela.
   Fue en Toronto donde falleció el pasado domingo, a los 76 años de edad, víctima del cáncer de próstata.
   Quizás su destino no estaba entre las 12 cuerdas, donde mostraba una pegada legendaria, sino como un icono en la lucha por los derechos sociales, pero nadie le preguntó, y probablemente hubiera optado por lo primero, aunque lo segundo lo hizo célebre.

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