Por Lemay
Padrón Oliveros
Me golpeó
muy duramente constatar hace unos días la falta de preparación teórica que
existe en el más alto nivel del béisbol doméstico.
La
situación específica fue un out por interferencia decretado por el árbitro
principal del encuentro, y tras la casi siempre inmediata apelación del manager
afectado vino otra, unos minutos más tarde, totalmente ilógica. El director en
cuestión reclamaba al imparcial por qué le habían devuelto a la intermedia a su
corredor de segunda, que ya estaba cerca de la tercer almohadilla en el momento
de la obstrucción.
Es
increíble que a estas alturas un director no se sepa de la A a la Z el reglamento del béisbol,
cuando se supone que jugó pelota anteriormente, y en el peor de los casos, pasó
por una escuela para aprender a dirigir, porque eso no se puede improvisar.
Evidentemente
hay que revisar los programas y las metodologías de esas cátedras, porque no
puede llegar a dirigir en Series Nacionales una persona que no domine
totalmente lo establecido por ley dentro de un diamante. Es más, no deberían
jugar tampoco los peloteros que no lo supieran, pero ya esto es más difícil, y
en definitiva no son ellos quienes deben protestar las jugadas.
Si el
encargado de conducirlo en el juego no conoce las reglas, qué se puede esperar
de un pelotero al cual desde pequeño muchas veces le dicen: lo suyo es jugar,
obviando que el desconocimiento del reglamento muchas veces da al traste con
posibles victorias, porque el pelotero “ingenuo” no adelantó a una base que le
correspondía, o no corrió a primera tras poncharse con un wild pitch, o recogió
una pelota que debió dejar en el suelo para que fuera decretada bola muerta.
En fin,
aunque los ejemplos pueden parecer sacados por los pelos, han sucedido en
partidos de nuestros campeonatos, y seguirán saliendo mientras no se trabaje
concienzudamente en la formación de cada atleta. Muchas veces el terreno quiere
suplir al pupitre, y cada uno tiene su valor, sin demeritar al otro.
Se trata
de otro elemento a tomar en cuenta para elevar el techo de nuestra pelota, y
este sí no necesita recursos económicos extra, basta con aprovechar al máximo
el tiempo en cada equipo, porque aunque es en la práctica donde todo se afianza,
no todo es jugar.
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