Por Lemay
Padrón Oliveros
Así se
titulaba un documental filmado en 35 milímetros de los años 80 del pasado siglo,
cuando éramos ricos y no lo sabíamos. Como es de esperar, se refería a los árbitros
en la pelota cubana, y lo hacía con un fino humor.
Lamentablemente,
la jocosidad de aquella obra de arte no puede disfrutarse a plenitud si la
traemos a nuestra actual Serie Nacional, que va camino de convertirse en la
peor de la historia para el arbitraje, tanto por los errores cometidos por los
hombres de negro, como por el irrespeto que han sufrido tanto de managers como
de directivos.
He
escuchado varias veces eso de que “son los que tenemos”, pero no me gusta esa
justificación. Tampoco que si son mal pagados o reconocidos, porque son muy
pocos quienes tienen el salario y el reconocimiento que merecen y sin embargo,
se hacen cosas muy valiosas en todos los sectores de la vida pública cubana,
cuando se asume el trabajo con profesionalidad.
Y nótese
que la gran mayoría de los horrores, perdón, quise decir errores, trasciende
cuando el partido es televisado. O sea, que estamos hablando de apenas un
encuentro diario, cuando a veces se celebran hasta ocho en una misma fecha.
¿Cómo será en el resto de los choques que no vemos o escuchamos por radio?
Estoy
cansado también de que un árbitro se equivoque a favor de un equipo, y luego lo
haga a favor del otro, como si quisiera emparejar, cuando al contrario, lo que
hace es ensuciar aún más su nombre. Sucedió en la subserie
Industriales-Matanzas en segunda base, y hace unas horas en el
Pinar-Industriales en la primera almohadilla.
No
suscribo tampoco aquello de que “son los que tenemos” cuando me acuerdo de Luis
César Valdés, que no es infalible ni mucho menos, pero era el mejor que
teníamos, y por culpa de los dirigentes del béisbol, no de nadie más, decidió
ir a sentarse en el portal de su casa, en Villa Clara.
La
escuela de arbitraje, si en realidad existe, no es todo lo seria que debía ser.
No están saliendo de ahí los hombres bien preparados, y eso lo paga el
espectáculo.
Hace un
tiempo esbocé la idea de aplicar aquí lo que se hace en otros lugares:
especialización del arbitraje. Así quienes trabajan detrás del plato son menos,
y se les puede pedir uniformidad en la zona (sin dudas lo más polémico y dañino
para el béisbol cubano), y los de las bases son más precisos. En este último
caso muchas veces es la colocación del árbitro lo que influye más en una mala
decisión, pero para eso hace falta la práctica sistemática.
Es otra
asignatura pendiente del béisbol cubano. Ah, y lo digo hoy porque se viene la
postemporada, y ahí sí que cualquier error puede terminar en trifulca. Primero
conmino a los imparciales a hacerse un chequeo integral, con énfasis en la
vista, a mentores y peloteros a tener calma, y a los aficionados a no
emprenderla con los árbitros, quizás porque son los que nos merecemos mientras
no se hagan las cosas como deben hacerse.
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